agosto 22, 2025
Portada » Blog » Qudaibergen, Domingo y Carreras – La reconfiguración semiótica de «Los tres tenores»: Un mosaico constructivo en las antípodas temporales

Qudaibergen, Domingo y Carreras – La reconfiguración semiótica de «Los tres tenores»: Un mosaico constructivo en las antípodas temporales

Este ensayo analiza la presentación de los «nuevos» Tres Tenores en la final del programa Virtuosos, centrándose en el fenómeno semiótico de la reconfiguración de un icono cultural. La tesis principal sostiene que este evento no es una mera recreación, sino un mosaico constructivo que entrelaza la tradición musical del siglo XX con la vanguardia del siglo XXI. Se argumenta que Dimash Qudaibergen, al ocupar el lugar de su ídolo Luciano Pavarotti, simboliza un ritual de paso y una entrega de testimonio que eleva la presentación a un hito en la historia de la música. Se utilizan referencias y declaraciones de los propios protagonistas para sustentar el análisis, aplicándose una perspectiva semiótica para decodificar los signos y significados de este encuentro generacional.

La presentación de Plácido Domingo, José Carreras, Dimash Qudaibergen en el rol del desaparecido gran maestro de todos los tiempos Luciano Pavarotti, y el chelista Stjepan Hauser en la final del programa Virtuosos, interpretando una conmovedora versión del clásico «My Way», constituyó un evento de profunda resonancia semiótica y cultural. Lo que se presenció no fue un simple tributo, sino una reconfiguración del concepto de «Los tres tenores», un acto que demuestra cómo las generaciones en las antípodas se dan la mano para refrescar el concepto de «Los tres tenores». Esta fusión, como bien se ha descrito, es una dulzura de historicidad, un emotivo entrelazado de voces y signos que son tan encuentro como despedida en sus procesos artísticos y vitales.

En el plano semiótico, los tenores originales —Pavarotti, Carreras y Domingo— funcionaron como símbolos e índices del apogeo de la ópera en el siglo XX. Su popularidad masiva y su capacidad para llenar estadios significaron un hito en la democratización de la alta cultura. Eran los guardianes de una tradición, sus voces eran el significante de la grandiosidad y la técnica operística. Sin embargo, su última presentación también fue un índice de despedida, marcando el cierre de una era.

La irrupción de la nueva formación introduce nuevos significantes y significados. La inclusión de Stjepan Hauser, un chelista, rompe el canon y expande el concepto de la «interpretación virtuosa» más allá de la voz. La presencia de Dimash Qudaibergen, no como un mero tercer tenor, sino ocupando explícitamente el lugar de Luciano Pavarotti, su «mayor ídolo», transforma la actuación en una entrega de testimonio. Este acto simbólico de sucesión dota al evento de un peso histórico incalculable. Como afirma el propio Plácido Domingo (citado en El País, 2024), «Es el futuro. La voz de Dimash es algo que el mundo tiene que escuchar». Esta declaración de un pilar de la tradición es un respaldo que consagra a la nueva generación y legitima su lugar en la historia.

La impronta, ejecución y significación de esta nueva presentación son, por lo tanto, un mosaico constructivo de la historia de la música. Este evento no solo honra el legado de los originales, sino que lo expande y lo reinterpreta. El hecho de que los cuatro emblemáticos jurados del concurso de grandes talentos jóvenes de primer nivel mundial estamparan este momento en la historia musical es un reconocimiento de su trascendencia. Ellos validan la tesis de que este encuentro es una transportación a lo sublime que nos permite ver y comprender a qué se refiere esa imagen de las dos puntas de un mismo lazo: el lazo que une el pasado con el futuro de la música.

Fuente: pressenza.com