El Euro Digital (CBDC): la próxima frontera en la pérdida de privacidad y autonomía financiera

Si la Client-Side Scanning (CSS) y el EUDi Wallet, que vimos en los artículos anteriores e interrelacionados con este representan riesgos para la privacidad de nuestras comunicaciones e identidad, el siguiente objeto de interés es el Euro Digital en formato CBDC (Central Bank Digital Currency).
Un Euro Digital, un “i€” en modo CBDC (Central Bank Digital Currency) completa este ecosistema de control, culminando en la erosión total de la privacidad financiera y la autonomía económica. Este sistema no solo digitaliza el dinero, sino que lo somete a un control centralizado, permitiendo una vigilancia inédita que podría integrarse con datos de CSS y EUDI para perfilar a los ciudadanos de manera exhaustiva.
Si el euro digital no va a ser una cripto moneda sino una CBDC (Central Bank Digital Currency, o moneda digital del un Banco Central) emitida, en este caso, por el Banco Central Europeo y mantenida por toda la Banca europea más otras entidades colaboradoras en ello. Entonces, primero hablemos de las «criptomonedas» o «crytpos», etc que no son CBDC. Un galimatías necesario aclarar. ¡Fundamental!
¿Qué es una criptomoneda y su núcleo en la tecnología blockchain?
Antes de profundizar en las CBDC, es esencial entender las criptomonedas, que sirven como contrapunto. Una criptomoneda es una moneda digital o virtual que utiliza criptografía para asegurar transacciones y opera en redes descentralizadas, sin dependencia de una autoridad central como un gobierno o banco. Ejemplos incluyen Bitcoin, lanzado en 2009, y Monero, diseñado para mayor anonimato mediante técnicas como pruebas de conocimiento cero. Su «core» o poder radica en la tecnología blockchain: un ledger distribuido (es decir: un libro contable o de asientos distribuido) que registra transacciones en bloques enlazados criptográficamente, formando una cadena inmutable. Cada bloque contiene un hash del anterior, un timestamp (fecha hora y segundos) y datos de transacciones.
Para entenderlo fácilmente: estos datos de transacciones no se guardan en crudo, sino que se organizan en una estructura eficiente y ultra-segura llamada árbol de Merkle. Imagina que es como el resumen de un resumen: cada transacción tiene una «huella digital» única, estas se combinan de dos en dos para crear una nueva huella, y así sucesivamente hasta generar una sola huella final, la «raíz». Esta raíz es la prueba irrevocable de que ninguna transacción ha sido alterada. Si alguien modificara aunque sea una transacción profunda en el árbol, la raíz cambiaría por completo y alertaría a toda la red del fraude. Haciendola detectable. Es poderoso contra las «malas artes» tan propias del mundo económico.
La tecnología «Blockchain» distribuye y asegura transacciones mediante una red peer-to-peer (P2P o «punto a punto»), donde los distintos nodos validan bloques vía mecanismos de consenso como proof-of-work (en Bitcoin, resolviendo puzzles computacionales) o proof-of-stake (seleccionando validadores por stake o «interesado»). Esto elimina intermediarios, resuelve el doble gasto y asegura inmutabilidad.
Porque alterar un bloque de crypto requiere rehacer toda la cadena posterior con consenso mayoritario, lo que es computacionalmente inviable en redes grandes. La descentralización reduce riesgos de control único, y la privacidad varía: Bitcoin es con pseudónimo (transacciones visibles pero no ligadas directamente a identidades), mientras Monero oculta montos y participantes. Sin embargo, precisamente por esa fortaleza las criptomonedas enfrentan volatilidad debido a especulación y mercado imperfecto, y «oscuridad». Además de ser ideal para usos ilícitos como lavado/blanqueo de dinero o incluso ransomware (virus etc), pero estos dependen del uso, no de su naturaleza inherente. Su diseño promueve libertad financiera, no el control. La herramienta es una buena cosa, una maravilla incluso comparado con lo que tenemos. Pero, la realidad es a veces bien distinta de lo ideal. En este caso lo cuestionable son las cantidades de valor y sus dueños, operaciones y procedencia. No el medio. Lo mismo le pasa al oro si con ello se paga un sicario para que mate a una persona «señalada».
Explicado sencillamente porque todos lo necesitamos
Ya bastante duda uno del euro en moneda cuando todo cuesta cada vez más y no ganamos en proporción al incremento. Pero volviendo a los criptomoneEn el corazón de las criptomonedas como Bitcoin late un concepto sencillo pero poderoso: el libro mayor de asientos contables está distribuido. Cuesta un poco asimilarlo. A diferencia de los registros tradicionales, cuando movemos dinero o hacemos una pago electrónico, todo dependen de un banco o de una autoridad central para apunta la transferencia, quién debe qué y lo salda en el acto a la tienda. etc. Todo pasa por una entidad garante y una serie de servicios intermedios pero que solo aportan autenticación de quien es el que paga o mueve dinero. Pero la tecnología «blockchain» corazón de las cripto es totalmente distinto. Cada fracción de criptomoneda, aparte de su fracción de valor, de donde sale y a donde se anota (resta y suma), hay más maravillas o mejoras incluidas. Cada fracción de información o cripto moneda funciona como parte de una gran libreta que está compartida entre las miles de transacciones participantes en todo el mundo. Cada vez que se realiza una transacción, los nodos de la red la anotan y verifican, pero las propias cripto conservan trazas de sú operación y de las de otras, logrando que nadie pueda manipular los datos a su antojo. Le diste una cantidad a algo/alguien… y las trazas de la acción quedan repartidas por un universo de fragmentos custodiados. Es difícil falsificar o manipular la transacción una vez consolidada.
Sigue siendo un poco oscuro. Imagina un mundo donde el dinero no necesita bancos ni intermediarios para moverse de un bolsillo a otro. Las criptomonedas, como Bitcoin o Ethereum, son monedas digitales que funcionan en una red global de computadoras, permitiendo transacciones seguras y rápidas entre personas en cualquier parte del planeta. Pero lo que hace que esta «maravilla» sea posible es un invento revolucionario llamado blockchain, una especie de libro de cuentas digital compartido por todos, distribuido en minúsculos fragmentos, donde cada transacción se registra como un bloque en una cadena inquebrantable. Una vez que una transacción se confirma y se añaden más bloques encima, es como si estuviera grabada en piedra: nadie puede borrarla o alterarla sin rehacer toda la cadena, lo que requeriría un poder computacional inmenso y detectable. Esto resuelve el «nudo gordiano» de la confianza en las finanzas, cortando de raíz el fraude o la manipulación, porque todo es transparente y verificable por cualquiera.
Ahora, extiende esa idea más allá del dinero. El blockchain no solo protege transacciones financieras; también se puede aplicar a contratos o acuerdos cotidianos, como comprar una casa, alquilar un auto o incluso votar en elecciones. Estos se convierten en «contratos inteligentes», una especie de programas automáticos que se ejecutan solos cuando se cumplen ciertas condiciones, los pagos y los cobros, sus clausulas, sin necesidad de abogados o notarios. Sin alteraciones unilaterales por parte del más fuerte. Por ejemplo, si pagas por un servicio, el contrato libera el pago solo si el trabajo está hecho, y todo queda registrado de forma permanente en la cadena. Esto blinda los acuerdos del mismo modo que las criptomonedas: una vez firmados digitalmente y consolidados, no se pueden falsificar ni deshacer sin consenso masivo de la red, eliminando disputas y corrupción.
En esencia, el blockchain es como un guardián imparcial que democratiza la confianza en un mundo conectado. Para un público no experto, piensa en él como un diario colectivo que nadie puede editar a escondidas, abriendo puertas a un futuro donde las interacciones humanas son más justas y eficientes, desde el intercambio de arte digital hasta la gestión de identidades seguras.
La belleza de este mecanismo está en su transparencia y descentralización. No hay una oficina única que concentre el poder de decidir qué transacciones son válidas: es la comunidad entera la que, mediante consenso, valida y resguarda la información. Así, el fraude o la falsificación se vuelven casi imposibles, porque alterar una página del registro requeriría convencer o hackear simultáneamente a miles de participantes, algo prácticamente inviable.
En definitiva, el blockchain —como una forma concreta de libro mayor distribuido— es una especie de memoria colectiva incorruptible. Todos los movimientos quedan grabados, accesibles para cualquiera y con una seguridad que no depende de la confianza en una institución, sino en la matemática y en la cooperación entre iguales. Es esta cualidad la que muchos consideran la parte “bonita” de las criptomonedas: la promesa de una contabilidad pública, abierta y resistente a manipulaciones, que puede cambiar la forma en que entendemos la confianza en el mundo digital.
Entonces el euro digital es una CBDC… ¿Qué es una CBDC (y qué NO es)?
Una CBDC no es una criptomoneda; es su antítesis, una parodia centralizada que imita la digitalización sin sus beneficios libertarios. Una CBDC no es una criptomoneda; es su antítesis, una parodia centralizada que imita la digitalización sin los beneficios libertarios. Se trata de la versión digital de la moneda fiduciaria, emitida y controlada por el Banco Central Europeo (BCE) y los bancos comerciales, respaldada por el Estado como pasivo del banco central. Es, en definitiva, más de lo mismo: euros emitidos sin un respaldo material ni contravalor intrínseco, convertidos en dinero por la confianza que los usuarios depositan en la entidad emisora.
Pero esa confianza (la fiducia) de una moneda o divisa CBDC tiene límites muy precisos
El BCE no garantiza de manera absoluta el valor de los depósitos, ni la estabilidad indefinida de la moneda. La garantía real en caso de colapso financiero la ofrece el sistema de seguros de depósitos, que protege solo hasta 100.000 euros por persona y por entidad, y cuya cobertura depende de la capacidad fiscal de los Estados miembros. Más allá de esa cifra, la continuidad del valor de los ahorros descansa en la solidez del sistema bancario y en las decisiones políticas que se adopten en medio de la crisis.
Así, la diferencia con las criptomonedas se vuelve más evidente: en una CBDC, el control centralizado significa que tanto la emisión como la garantía de valor dependen de la arquitectura institucional de la UE y de la voluntad de los Estados de sostenerla. En cambio, en un sistema como Bitcoin, el respaldo no es una promesa estatal, sino un consenso matemático y distribuido. La fiducia en la CBDC termina en Bruselas y Fráncfort; la de Bitcoin, en cambio, se extiende en la red misma.
Es la versión digital de la moneda fiduciaria, emitida y controlada por el Banco Central Europeo (BCE) y bancos comerciales, respaldada por el estado como pasivo del banco central. Es decir es más de lo mismo. Euros impresos sin un respaldo o contravalor, fiducia hecha moneda que se basa en la confianza que los que la aceptan y usan ponen sobre la entidad emisora. En este caso el Banco Central Europeo, y subsidiariamente todas las Naciones de la UE en la medida que ello se regula.
Puede usar bases de datos distribuidas, pero no requiere blockchain verdadero, y su operación es centralizada, no P2P. A diferencia de las criptomonedas descentralizadas y resistentes a censura, el Euro Digital CBDC es «dinero programable» bajo vigilancia total, sin la privacidad del efectivo físico. Mientras las criptos distribuyen poder entre participantes, las CBDC concentran el control en bancos centrales coordinados, rastreando cada operación, conversión de divisas o transacción internacional.
Evaluemos los riesgos principales, más allá de la conveniencia y la mejora tecnológica
- Las ventajas oficiales (inclusión financiera, eficiencia en pagos, lucha contra el blanqueo) se eclipsan por riesgos profundos, señalados por economistas, expertos en privacidad y el BCE.
- Vigilancia Financiera total: Cada transacción sería rastreable, creando un registro perpetuo cruzable con EUDI y CSS. Esto podría dar al gobierno una «visión de águila» sobre gastos, erosionando la privacidad y fomentando autocensura. En modelos de una sola capa, el banco central accede directamente a datos, amplificando riesgos de abuso.
- Dinero programable y Control Social: La característica más alarmante permite programación: fechas de caducidad para forzar gasto, restricciones a productos (ej. alimentos no saludables, viajes a países «no aprobados» o combustibles fósiles), o bloqueos automáticos si se detecta «riesgo» (protestas, ideología disidente). Esto ya ocurrió con camioneros canadienses en 2022, y podría extenderse a confiscaciones instantáneas o multas algorítmicas. Cada euro digital podría restringirse individualmente, convirtiendo el dinero en herramienta de coerción.
- Devaluación Centralizada Selectiva: Tasas de interés negativas aplicadas directamente a euros digitales concretos (por su uso, por su dueño, o situación fiscal y judicial) o por lo mismo ser bloqueados o desaparecer automáticamente de la cuenta, todo ello erosiona ahorros arbitrariamente, incentivando gasto forzado y minando la reserva de valor.
- Exclusión y discriminación algorítmica: ya se ha descrito algo antes este aspecto en caso de exclusión bloqueo o “desaparición” razonada. Pero su uso generalizado y la desaparición del “efectivo” también excluye vulnerables sin acceso digital (ancianos, pobres, áreas sin cobertura) y permite que IA opaque niegue servicios basados en perfiles, amplificando desigualdades. Ciberataques a infraestructuras críticas agravarían riesgos.
- fuente: pressenza.com