octubre 5, 2025
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Crisis de la deuda de Norteamérica: una cuestión de adaptación

Muchos estadounidenses hoy en día no entienden completamente la profundidad del problema que enfrenta Estados Unidos. Sin embargo, si investigaran a sus propios hogares, verían que la situación no se puede sostener mucho más.

El hogar promedio de EE.UU. ahora tiene alrededor de $105,000 de deuda. Las hipotecas representan la mayor parte, seguida de préstamos automotrices, préstamos estudiantiles, tarjetas de crédito y otros tipos de deuda de consumo.

En 1950, la deuda de los hogares era sorprendentemente diferente:

Deuda al PIB: La deuda de los hogares era sólo de un 25 por ciento del PIB, en comparación con casi 75-80% de hoy.
Hipotecas: Después de la Segunda Guerra Mundial, el proyecto de ley GI y la expansión suburbana alimentaron un boom de propiedad de viviendas. Los saldos hipotecarios eran modestos: el préstamo nuevo promedio era de $7,000 8.000 dólares (unos $ 90.000 en dólares de hoy).
Crédito al consumidor: En 1950, el crédito al consumo total no hipotecario era de sólo 20.000 millones de dólares en todo el país, alrededor de 130 dólares por persona (1.600 euros en la actualidad). Esto se utilizaba principalmente para financiar automóviles y electrodomésticos. Las tarjetas de crédito ni siquiera existían, no existían en 1958.
En resumen: la deuda existía, pero era manejable y estructurada en torno a la construcción del futuro, no hipotecada.

De la libertad a la esclavitud
Hoy, muchos estadounidenses han perdido su libertad, encadenados a la deuda. Su futuro no se trata de crecimiento sino de pagar el estilo de vida del pasado. La gente gasta mañana las ganancias para financiar el consumo de hoy y las corporaciones y los bancos se benefician de este ciclo.

La verdadera crisis no es financiera sino filosófica: una crisis de adaptación. Como la filosofía lo define a veces, la inteligencia es la facultad de adaptación en cualquier situación. Sin embargo, la mayoría de nosotros hemos perdido esa habilidad. No se trata de cuánto dinero tienes, sino de si puedes vivir dentro de tus medios, ajustándote al presente sin sacrificar el futuro.

¿Por qué las corporaciones y los bancos ejercen tanto poder? Porque se la damos. Entregamos nuestro presente y nuestro futuro, permitiéndoles decidir sobre nuestro estilo de vida. Controlan el dinero que no tenemos pero necesitamos desesperadamente, y a su vez, definen lo que nosotros – e incluso nuestros políticos – hacemos.

El camino a seguir
Si Estados Unidos realmente quiere ser «grande» de nuevo, la solución no son las consignas políticas sino la disciplina práctica:

  • Dejar de confiar en la tarjeta de plástico.
  • Evitar préstamos innecesarios.
  • Vivir dentro del propio presupuesto.

Y más allá de la responsabilidad personal, también debemos organizarnos colectivamente. La verdadera grandeza significa luchar por unas condiciones de vida decentes adaptadas a nuestros tiempos, lo que podría llamarse una adaptación creciente hacia la coherencia.

En última instancia, el foco no debe centrarse en cambiar a nuestros políticos, sino a transformarnos. Sólo recuperando nuestra capacidad de adaptarnos individual y colectivamente podemos liberarnos del ciclo de la deuda y restaurar la libertad real.

Fuente: pressenza.com