octubre 15, 2025
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Nueva York, The People’s Forum y la esperanza de un nuevo mundo

Mientras subo los escalones del metro, se recorta contra el cielo una silueta reconocible incluso para quienes nunca han pasado por Nueva York: es el Empire State Building. Estoy en el palpitante corazón de la Gran Manzana, donde, en medio de decenas de cadenas de comida rápida y fast-fashion, y donde Macy’s por sí solo ocupa dos manzanas (en la calle 37), en 2017 vio la luz The People’s Forum. Como se puede deducir del nombre, es un lugar del pueblo o la gente, y así se vive visitando su página web«Somos una incubadora de movimientos para trabajadores y comunidades marginadas, que busca construir unidad superando las divisiones históricas dentro del país y en el extranjero. Somos un espacio educativo y cultural accesible, que nutre a la próxima generación de visionarios y organizadores convencidos de que un nuevo mundo es posible a través de la acción colectiva». En menos de diez años, logrando superar la crisis del cierre por la pandemia, The People’s Forum ha crecido hasta ofrecer un calendario repleto de propuestas: cursos de idiomas (desde portugués hasta árabe), de pintura, diseño gráfico y teatro, una programación de cine de autor revolucionario (y nada desdeñable) más el apoyo a nada menos que doscientos grupos para organizar su actividad político-cultural en la ciudad, o mejor dicho, deberíamos decir, «para su acción de base».

Los lunes por la noche, desde hace dos años, convergen en The People’s Forum los activistas por Palestina, ocupando toda la sala; es el día de la reunión plenaria en la que los distintos grupos se reúnen para debatir y definir las actividades de la semana. Así que hoy, mientras los poderosos se deshacen en halagos mutuos reconociéndose méritos que no tienen y los medios se agolpan para contar sus mentiras; aquí la gente común, dotada de corazón y cerebro, se ha reunido con un espíritu muy diferente; la batalla por la verdad y la justicia ha entrado en una nueva fase que será ardua y traicionera y nosotros también debemos prepararnos.

El encuentro comienza de una manera tan conmovedora y hermosa que me resulta difícil describirla. En el escenario se ha situado el Palestinian Youth Chord; son todos jóvenes y bellos, envueltos en la kefía, cantan suave «Salaam Li Gaza» («Saludo a Gaza») y les acompañan dos guitarras y tambores. El aire vibra de melancolía, y sin embargo uno no se siente triste y mucho menos desesperado, sino más bien preparado y consciente.

Una chica palestina, al terminar el canto, toma la palabra para recordarnos que la música siempre ha sido el alma de la resistencia. Lo ha sido para muchos pueblos en los momentos dolorosos de su historia: canciones nacidas para encarnar el espíritu de la lucha, para mantener encendida la llama de la esperanza; lo ha sido para comunidades marginadas y para trabajadores explotados, como los negros en los campos de algodón y las mondadoras en los arrozales. Y quién sabe para cuántos más la música ha sido el alimento del alma, la fuerza del fénix que renace cuando piensas que todo está perdido.

La palabra pasa a dos activistas músicas, Carsie Blanton y Leila Hegazy, recién regresadas a casa tras participar en la Global Sumud Flotilla y haber sido secuestradas por Israel. Cuentan de una potencia militar y de un Estado que todavía pretende definirse como democrático, que, cegados por la venganza, han caído tan bajo como para emplear su tiempo en hostigar y humillar a jóvenes desarmados, llegando incluso a mortificar a la mujer en sus aspectos más íntimos negándole las compresas. Pero, ¿cómo han reaccionado estas nuestras heroínas modernas? Carsie y Leila pasa ser un torrente imparable al narrar cómo, frente a tanta estupidez, en lugar de dejarse victimizar pasivamente, respondieron con una impertinencia lúdica, usando su propia sangre para escribir Free Palestine en las paredes (las compresas llegaron inmediatamente) y cantando a pleno pulmón su alegría de ser bellas, jóvenes y estar en el lado correcto de la historia. Quizás sus carceleras habrán aprendido algo: en cada mujer duerme una bruja, mejor no despertarla, y tal vez, se lo deseo, llegado el momento, cuando pase la tempestad, lo recordarán y sentirán ganas de contactarlas.

Fuente: pressenza.com