noviembre 25, 2025
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Estados Unidos y el nuevo mapa del imperio

(250214) -- WASHINGTON, Feb. 14, 2025 (Xinhua) -- U.S. President Donald Trump attends a press conference at the White House in Washington D.C., the United States, Feb. 13, 2025. U.S. President Donald Trump on Thursday signed a memorandum directing his administration to determine "the equivalent of a reciprocal tariff with respect to each foreign trading partner." "I have decided for purposes of fairness, that I will charge a reciprocal tariff - meaning whatever countries charge the United States of America, we will charge them no more, no less. In other words, they charge us a tax or tariff and we charge them the exact same tax or tariff. Very simple," Trump said at the White House. (Xinhua/Hu Yousong)

Sudamérica en la mira

Venezuela no es un caso aislado, es el laboratorio perfecto del siglo XXI. No hay tropas desembarcando en playas, no hay helicópteros Black Hawk sobre selvas, no hay soldados norteamericanos patrullando calles como en Irak o Afganistán. El modelo cambió, la intervención ahora se construye con sanciones, narrativas, mediáticos, bloqueos financieros y una palabra que abre todas las puertas de la dominación moderna: terrorismo. Basta pronunciarla y cualquier acción aparece justificada. Si un país resiste intereses externos, inmediatamente se vuelve sospechoso, si protege recursos estratégicos, se vuelve objetivo. Si elige un presidente incómodo para Washington, se convierte en amenaza continental. Ese es el nuevo mapa del imperio, invisible en apariencia, letal en efecto.

Un Continente bajo administración

Sudamérica está entrando en una fase peligrosa, no mediante invasiones sino mediante certificación política. Hoy Trump puede declarar desde un escenario en Miami que un Presidente no es legítimo y automáticamente medio Continente actúa como si ese juicio fuera ley internacional. Es la transferencia del poder soberano hacia un centro externo. Es la idea de que un país no decide su futuro sin aprobación del Norte y eso tiene nombre, se llama esclavitud política. No requiere cadenas visibles, basta con controlar la narrativa y el acceso a los mercados. Si Estados Unidos dice que un gobierno es peligroso, se activa un mecanismo automático de aislamiento. El resto del Continente obedece porque teme perder acceso comercial. Así se gobierna sin gobernar, así se domina sin ocupar.

El pretexto perfecto

En el pasado la excusa era la lucha contra el comunismo, hoy el disfraz es más eficiente. Se llama terrorismo, narcotráfico, delincuencia y corrupción. Palabras que paralizan, que silencian, que justifican. Nadie quiere ser acusado de proteger a terroristas, nadie quiere que su economía sea sancionada, nadie quiere que su banca sea bloqueada. Por miedo los países entregan soberanía y Venezuela se convierte en ejemplo extremo. Estados Unidos decide quién puede gobernar, decide si Maduro puede permanecer o si debe “negociar su salida”, decide qué oposición es válida y qué acuerdos son aceptables. Lo mismo puede repetirse en Colombia, Brasil, México y en Chile si un gobierno no se ajusta a los intereses estratégicos. No se necesita invasión, basta con una narrativa.

Los canales que construyen obediencia

Mientras tanto los grandes canales de televisión en Sudamérica, incluidos todos los de Chile repiten un guión. En horario prime todo está bien, todo es orden, todo es estabilidad. Las voces críticas desaparecen y los periodistas se convierten en voceros de empresas y gobiernos aliados. La opinión pública se moldea con miedo. Si gana un candidato que no le agrada a Washington, inmediatamente se le asocia con caos; si propone soberanía de recursos, se le acusa de populista y si habla de integración Continental, se les vincula a dictaduras. El control mediático reemplaza al control militar, es más barato, es más limpio y es más efectivo.

El silencio de los gigantes

Rusia y China observan y hablan de multipolaridad, prometen alianzas pero guardan silencio cuando la presión cae sobre Sudamérica. No arriesgan sanciones, no arriesgan conflictos directos. Si Venezuela cae bajo administración extranjera para ellos es solo un ajuste estratégico ya que no existe defensa real del Continente. La ONU tampoco actúa, debate, publica comunicados, pide diálogo y nadie escucha. El Consejo de Seguridad está paralizado, el organismo que debería proteger soberanía se convierte en espectador impotente, el Continente está solo.

El efecto dominó

La historia es clara: si un modelo de intervención funciona en un país, se replica. Si Trump logra definir quién gobierna en Venezuela, el siguiente paso será Colombia, después Brasil, luego México, y finalmente Chile si un gobierno como el de Jara decide recuperar recursos estratégicos o desvincularse de la tutela norteamericana. Basta con etiquetar de terrorista, narcotraficante, autoritario y todo se activa. Los bancos cierran, las empresas se retiran, la prensa condena, los organismos internacionales sancionan. Es un mecanismo automático, un virus político, donde el continente entero puede quedar bajo administración indirecta.

¿Este es el mundo real?

Sí, este es el mundo real, un mundo donde la soberanía está condicionada. Donde la libertad depende de aprobación externa, donde los Presidentes necesitan validar su existencia ante una potencia extranjera y donde un hombre en Washington puede decidir el destino de millones. Es el regreso del imperio, pero con traje moderno donde ya no se queman ciudades, se ahogan economías, donde ya no se ocupan territorios, se ocupan gobiernos y donde ya no se invaden países, se invaden narrativas.

La lección de la historia

Todos los imperios han caído, Roma cayó, España cayó, Inglaterra cayó, la URSS cayó. Ninguno permaneció, todos creyeron ser eternos, todos construyeron estructuras de dominación, todos ignoraron el costo humano y fueron derrotados por algo que no controlaban: el tiempo, la resistencia interna y el desgaste moral. La historia demuestra que ningún sistema basado en sometimiento puede sostenerse para siempre. Solo que antes de caer, destruyen, aplastan y someten.

¿Cuándo se acaba el tiempo de la libertad?

El tiempo de la libertad se acaba cuando un Continente acepta que otro elija a sus gobernantes. Cuando deja de cuestionar etiquetas, cuando repite discursos ajenos y cuando sacrifica dignidad por estabilidad. Sudamérica está en ese borde. La pregunta no es si Venezuela será administrada desde el Norte, la pregunta es cuántos países seguirán y qué quedará de nuestra soberanía cuando el ciclo termine.

Sudamérica tiene dos caminos

Someterse a un imperio que decide quién gobierna y quién cae o recuperar la idea más simple y peligrosa y es que los pueblos eligen su destino. Si el Continente no despierta ahora, heredará un futuro donde la libertad será recuerdo y la obediencia será norma. La historia está escribiéndose en este momento.

Fuente: pressenza.com