noviembre 26, 2025
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Petróleo a 40 dólares, fin de la guerra y la oportunidad histórica para financiar la restauración del planeta

Mientras la comunidad internacional observa con expectativa el avance de las negociaciones de paz entre Rusia y Ucrania —calificadas como “productivas” por autoridades estadounidenses— está ocurriendo un movimiento silencioso pero decisivo: el precio del petróleo cae aceleradamente en los mercados globales.

El Brent europeo se ubica en 62,9 dólares por barril, con un descenso del 16% en lo que va del año, y apenas un 3,5% por encima del mínimo anual. Analistas internacionales sostienen que, si se confirma el fin del conflicto y se relajan sanciones, el precio podría estabilizarse entre 55 y 60 dólares en 2026, e incluso descender hacia los 30 dólares en 2027, según JP Morgan.

Este comportamiento revela una realidad que durante décadas se ha ocultado bajo argumentos técnicos: el precio del petróleo es profundamente político y geopolítico, y no corresponde a sus costos reales de producción.

La conclusión es clara: si el petróleo puede operar perfectamente a menos de 50 dólares, es posible aplicar un gravamen ambiental de 20 dólares por barril extraído sin comprometer la estabilidad económica global. Ese recurso puede convertirse en la base financiera para restaurar los ecosistemas del planeta. Estamos, por primera vez, frente a una oportunidad histórica.

La COP-30 y la verdad que comienza a aceptarse

La COP-30 realizada en Belém do Pará reveló que el debate climático se encuentra dividido entre dos posiciones:

  • Una que insiste en la descarbonización total inmediata, aun cuando todos los indicadores técnicos demuestran que su implementación real tomará varias décadas.
  • Otra que reconoce que la transición energética será larga, incompleta y lenta, y que la humanidad seguirá dependiendo del petróleo y del gas hasta que sus reservas se agoten, no hasta que las energías renovables sean suficientes para reemplazarlos totalmente.

Como ya se expuso en artículos publicados en SALVETERRA.info, la narrativa política ha tratado de crear la ilusión de una transición energética cercana, pero la realidad económica y científica es otra:

  • La demanda energética global sigue creciendo aceleradamente.
  • Las inversiones globales continúan ampliando infraestructura fósil.
  • Los sistemas eléctricos, la minería de minerales críticos y la logística de reciclaje aún no pueden sostener la electrificación total.
  • Los combustibles fósiles siguen representando cerca del 80% de la energía utilizada en el planeta.

Por eso, la pregunta correcta no es si vamos a seguir usando petróleo, sino: ¿Cómo lo usamos mientras existe, y para qué propósito?

El petróleo como instrumento financiero para restaurar la naturaleza

El SISTEMA SALVETERRA plantea una estrategia técnica, económica y ética:

Imponer un gravamen ambiental de 20 dólares por cada barril de petróleo extraído

  • El petróleo, tras el fin de la guerra de Ucrania y la normalización de mercados, puede operar perfectamente en rangos reales entre 40 y 45 dólares por barril.
  • Ese margen debe ser aprovechado no para especulación, sino para financiar la regeneración de bosques y suelos en zonas tropicales, región donde se define el equilibrio climático global.

Con una producción mundial cercana a 100 millones de barriles diarios, este mecanismo generaría aproximadamente 730 mil millones de dólares al año, suficientes para:

  • Financiar la restauración de 250 millones de hectáreas en la primera etapa de 10 años.
  • Crear hasta 25 millones de empleos dignos en regiones tropicales.
  • Capturar carbono atmosférico, restaurar biodiversidad y recuperar suelos degradados.
  • Reducir migración climática y fortalecer estabilidad social y económica.

El documento técnico completo está disponible en: 👉 https://salveterra.info

El costo promedio estimado para restaurar ecosistemas tropicales es de 3.000 USD por hectárea por año, lo que permite estructurar un programa transparente y auditable en cada territorio.

¿Por qué debemos actuar ahora?

La caída del precio del petróleo, impulsada por el fin probable de la guerra ruso ucraniana, abre una ventana estratégica que sería irresponsable desperdiciar.

Los beneficios globales de actuar ahora incluyen:

  • Recuperar territorios degradados y detener puntos de no retorno ecológico.
  • Reducir el impacto de eventos climáticos extremos.
  • Enfriar el planeta mediante restauración activa.
  • Proteger a millones de personas que migrarán porque sus territorios se vuelven inhabitables.
  • Transformar el petróleo en herramienta de futuro y no en instrumento de destrucción.

En lugar de petróleo caro, guerras y especulación financiera, es posible construir un modelo basado en:

  • Paz y cooperación global.
  • Restauración de la naturaleza.
  • Justicia climática.
  • Desarrollo sustentable real basado en empleo y regeneración.

Restauración o colapso

No existe neutralidad. No estamos ante un problema ambiental: estamos ante un problema de supervivencia civilizatoria.

Los indicadores globales confirman que estamos en el umbral de un escenario crítico:

  • La Amazonía está cerca del punto de no retorno.
  • Los bosques y suelos tropicales se degradan rápidamente.
  • La mortalidad climática aumenta cada año.
  • La migración climática se acelera.
  • Las proyecciones más conservadoras indican un calentamiento de 2,3–2,5 °C para este siglo.
  • Los océanos están perdiendo su capacidad amortiguadora.
  • Los eventos extremos se multiplican sin precedentes.

La restauración ecológica toma tiempo. Y el tiempo ya se agotó.

Una reflexión esencial: el petróleo es energía de vida transformada

Existe una dimensión ética, histórica y científica que muy pocas veces se incorpora al debate energético:  el petróleo —y los hidrocarburos en general— son energía almacenada de vida antigua. No surgieron de la nada ni son meros recursos industriales; son el resultado de:

  • Millones de años de acumulación de materia orgánica (fitoplancton, zooplancton, microorganismos, restos vegetales y animales),
  • Sepultada por sedimentos en ambientes anóxicos,
  • Transformada por procesos diagenéticos fisicoquímicos y térmicos dentro de la corteza terrestre,
  • Convertida finalmente en petróleo, gas natural y carbón mineral.

Los hidrocarburos representan la memoria energética del planeta, la energía de ecosistemas enteros acumulada durante millones de años.

La humanidad encontró esa energía y la utilizó —por primera vez en la historia humana— para impulsar el desarrollo tecnológico, industrial, científico y económico. Sin embargo, cuando comenzamos a extraer y quemar esa energía fósil, la humanidad no entendió las consecuencias climáticas que eso tendría, porque no existían todavía los conocimientos atmosféricos y geológicos actuales.

Por eso el petróleo siempre fue barato. Su precio nunca reflejó su verdadero valor ecológico, ni el costo ambiental de liberar nuevamente a la atmósfera el carbono almacenado durante millones de años.

La anomalía del dióxido de carbono en la atmósfera: evidencia irrefutable de una ruptura histórica

Hoy, con pleno conocimiento científico, sabemos que la quema masiva de hidrocarburos provocó una anomalía sin precedentes en la historia geológica reciente del planeta (ver imagen inserta).

Los análisis de núcleos de hielo y registros sedimentarios demuestran que:

  • En al menos 800.000 años previos, jamás se habían superado concentraciones atmosféricas de CO₂ de 300 ppm.
  • En algunos registros extendidos a 2–3 millones de años, tampoco se observa una anomalía comparable.
  • En los últimos 50 años, la concentración subió vertiginosamente desde ≈ 330 ppm a más de 420 ppm, un ritmo aproximadamente 100 veces más rápido que cualquier variación natural documentada en ciclos glaciales.

Esto significa:

  • Estamos fuera de la zona de estabilidad climática en la que evolucionó la civilización humana.
  • Hemos roto la tendencia natural de regulación atmosférica que gobernó el planeta por millones de años.
  • Hemos ingresado a un territorio planetario desconocido, peligroso y potencialmente irreversible.

Esta anomalía define el Antropoceno, la nueva época dominada por la huella humana sobre la biosfera y la atmósfera.

¿Por qué este momento exige que los hidrocarburos paguen su deuda climática?

Si la ciencia ya demostró cómo llegamos aquí, la ética exige que tomemos decisiones proporcionales a la magnitud del daño. Hoy sabemos que:

  • El uso de hidrocarburos es la principal fuente de dióxido de carbono acumulado en la atmósfera y océanos.
  • Ese CO₂ es el motor del calentamiento global y la alteración climática extrema.
  • La restauración natural es la única vía capaz de ralentizar, estabilizar y eventualmente reducir esa curva.

Por eso es imprescindible que:

Los hidrocarburos financien la restauración planetaria. El petróleo debe pagar su deuda con la vida.

El gravamen ambiental propuesto por el SISTEMA SALVETERRA —20 dólares por barril— no es un impuesto político ni económico: es una obligación ética basada en la ciencia, la geología y la supervivencia.

No se trata de castigar al petróleo, sino de transformarlo en herramienta para recuperar la vida, utilizando su poder económico para restaurar los ecosistemas que sostienen la estabilidad climática global.

Conclusión

La humanidad tiene frente a sí una decisión histórica:

  • Seguir usando petróleo sin responsabilidad y permitir el colapso de la vida, o
  • Utilizar lo que queda del petróleo para financiar la restauración del planeta y garantizar un futuro a las próximas generaciones.

El SISTEMA SALVETERRA propone un camino realista, técnicamente sólido y financieramente viable. Disponible para implementarse de inmediato. Que el último barril de petróleo no sea símbolo de derrota, sino el inicio de la restauración del planeta.

Llamado a la acción: desde el SISTEMA SALVETERRA, vemos este momento histórico como una oportunidad para que gobiernos, organismos internacionales, inversionistas y ciudadanía adopten una estrategia global basada en la restauración activa y la cooperación internacional.

Fuente: pressenza.com