Alberto Montt, el artista ecuatoriano-chileno que vio en el dibujo su modo de expresarse; ahora trabaja en un libro que registra sus anécdotas por hoteles de Latinoamérica.
Empezó a trabajar en diseño a los 19 o 20 años, al mismo tiempo que empezó a estudiar y formó una compañía de diseño con un grupo de amigos. “Pero el diseño nunca me emocionó tanto en realidad, yo quería dibujar, pero se me hacía muy difícil sobrevivir dibujando en Ecuador, que es un mercado un poco más pequeño, donde las editoriales no producen tanto”, dice el ilustrador ecuatoriano-chileno Alberto Montt, de 49 años.
Dadas esas circunstancias y al ser hijo de padre chileno decidió viajar al país natal de su progenitor para “probar”, esto con “la fantasía de que iba a ser un mercado mucho más grande y en donde todo iba a ser mucho más fácil”. Contrario a lo que esperaba, sí se encontró con el mercado grande, “pero no fue para nada más fácil”, pero ya al estar allá buscó las opciones.
Nació en Quito. A los cinco años viajó a Chile. Regresó a Ecuador a los nueve. Retornó a Chile cuando tenía 26.
Actualmente está realizando una residencia artística en Francia por invitación de la Casa de los Autores, manejada por la Asociación de Ilustradores de ese país, para realizar un proyecto. El tiempo es de un año, que ya casi se termina, y estaría por extenderse a 365 días más.
Desde que inició su carrera y hasta ahora dice que el desafío sigue siendo el mismo. “Como todo independiente, tratar de que a fin de mes lleguen las cuentas pagadas y la olla lista”. Señala que son productores de artículos de vigésima octava necesidad. “Lo que nosotros producimos es consumido por muchísima gente, pero muy poca gente tiene consciencia de que es un trabajo. De hecho, el gran problema con redes es que la gente cree que por estar en redes sociales es gratis”, señala.
En ese sentido, dice que ahora hay plataformas en las que se puede suscribir para colaborar o para pagar una pequeña cuota mensual a gente que trabaja como él.
Fuente: eluniverso.com