Alto al fuego entre Israel e Irán: El mundo respira, pero no lo suficiente.

En la madrugada de este martes (25) cesaron los ataques mutuos entre Israel e Irán. Lo que parecía una escalada hacia un infierno global luego de la intervención de bombarderos de los Estados Unidos contra instalaciones iranies, se disipó –al menos al momento de escribirse esta nota – a través de un acuerdo de cese al fuego que el presidente norteamericano comunicó presuroso a través de su cuenta en la red Truth Social.
Las acciones posteriores confirmaron que Trump estaba correctamente informado. Las poblaciones en Irán, Israel y el resto del mundo hoy respiran una bocanada de esperanza. Pero ¿puede atribuirse el belicoso mandatario este acuerdo? ¿Puede ser este importante cese al fuego moneda de cambio para que Trump aspire al premio Nobel de Paz, como fuera otorgado a Barack Obama, quien lo recibió con su país todavía en guerra en Afganistán, Irak y Siria, además de los ataques de sus Fuerzas Armadas a Libia, Yemen y Somalía?
Y más allá, ¿qué hay de las restantes guerras que sufren los pueblos? ¿Qué hay del genocidio en Gaza, de la guerra civil en Sudán, qué de la inextinguible sangría en la República Democrática del Congo, qué del conflicto en Ucrania y tantos otros lugares?
Alto al fuego entre Irán e Israel-USA, ¿apenas un alto en un camino escabroso?
Sin duda que múltiples factores operaron en este paso auspicioso y es difícil apreciar cuál de ellos fue determinante. Los analistas geopolíticos pondrán sobre la mesa en los próximos días un buen número de informaciones reservadas y teorías sobre el particular.
Se mencionarán sin duda las actuaciones diplomáticas de los gobiernos de Rusia y China, con fuertes vínculos e intereses en la región, cuyas intervenciones seguramente contribuyeron a este auspicioso desenlace.
Pero también se aludirá a la mediación de los vecinos países del Golfo que albergan bases militares estadounidenses, que como en el caso de Qatar, constituyen un blanco inmediato en el caso de que el conflicto bélico perdurara.
Del mismo modo, podría haber influido cierta reluctancia, aunque ambigua, de los gobiernos europeos a involucrarse directamente en nuevas guerras apoyando a Israel y los Estados Unidos. Y sin duda la certeza de que la ya endeble economía mundial sufriría más retrocesos, afectando no solo a los países más pobres sino también a las economías más voluminosas, acelerando el derrumbe de la primacía occidental hoy ya en franco declive.
No pocos comentarán el riesgo que supondría el cierre selectivo o total del Estrecho de Ormuz, el aumento de los ataques del gobierno hutí, la posibilidad cierta de atizar aún más la combatividad de facciones islámicas fundamentalistas o el éxodo migratorio masivo que se produciría como efecto inmediato de una guerra generalizada en Medio Oriente.
Posiblemente también una cuota de intermediación pueda atribuirse al gobierno ultraconservador turco, poco interesado de que se desaten nuevas hostilidades en territorio sirio, luego del valiente aporte a la paz dado por el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) al dejar la lucha armada.
La desastrosa situación ocasionada en Gaza, Siria y el Líbano por la criminal obsesión de aniquilación del gobierno de Netanyahu, sería tan solo una muestra del caos que se generaría de continuarse la agresión y las retaliaciones. E incluso la amenaza cierta de una detonación recíproca de armamento nuclear, podría haber sido un elemento que acelere la negociación del cese de hostilidades.
Fuente: pressenza.com