América Latina: entre Occidente y Eurasia.
«En un mundo que ha cambiado y que entra a una era de geografía multipolar, América Latina se ha definido como región de paz y no tiene injerencia en las disputas por la hegemonía entre las grandes potencias.»
En lo que hoy identificamos como América Latina, el primer crítico del expansionismo norteamericano fue Simón Bolívar. El historiador Francisco Pividal dedicó su obra Bolívar: pensamiento precursor del antimperialismo (1977) a destacarlo. Además, El Libertador ideó la Gran Colombia como primer paso en la construcción de una sola nación latinoamericana sin el concurso de los EEUU. Fue un sueño imposible, pero el ideal ha sobrevivido y, sin duda, la CELAC (2011), durante el primer ciclo de gobiernos progresistas de inicios del siglo XXI, concretó esa integración exclusivamente latinoamericanista, aunque el proyecto dejó de tener la fuerza que tuvo, con la sucesión de una oleada de gobiernos empresariales-neoliberales.
En la década de 1980 el neoliberalismo penetró en América Latina de la mano del FMI y en la de 1990 se generalizó como única vía económica admisible, al derrumbarse el socialismo. La globalización transnacional y la hegemonía unipolar de los EEUU se impusieron. Pero no se pudo evitar que, con el paso de las décadas, se levantara un mundo nuevo, con el poderoso desarrollo de China y Rusia a la cabeza. Lentamente el multilateralismo y una relativa multipolaridad tomó fuerza. América Latina aprovechó de esos procesos y hoy tiene mercados diversificados e incluso crecieron las relaciones económicas con China y Rusia, desplazando intereses de los EEUU.
América Latina pertenece a Occidente. Pero sería grave para su desarrollo económico que considere a China y Rusia como “amenazas” y a Eurasia como región “enemiga”. En un mundo que ha cambiado y que entra a una era de geografía multipolar y, además, multicultural, América Latina se ha definido como región de paz y no tiene injerencia en las disputas por la hegemonía entre las grandes potencias. Puede forjar sus propias estrategias de seguridad y desarrollo sobre la base del latinoamericanismo, que postula soberanía e independencia, ajenas, a estas alturas, de las viejas tesis de la guerra fría y del monroísmo tradicionales. Al respecto, las definiciones internacionales asumidas por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador (https://bit.ly/3hLU3F3) guían las nuevas posiciones latinoamericanistas para el presente, pues a todos los países de la región les interesa tener sólidos y provechosos lazos con los mismos EEUU y con cualquier otro país o región, que pueda contribuir a la superación efectiva del subdesarrollo, para crear mejores condiciones de vida y trabajo para la población.
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Fuente: Lcdo. Richard Sellán Bajaña.