Amigos y amigas israelíes: por esto apoyo a los y las palestinas

Resulta difícil mantener el propio sentido de la moralidad cuando la sociedad a la que uno pertenece –dirigentes y medios de comunicación por igual– se arroga la superioridad moral y espera de ti que compartas la justa ira con la que han reaccionado ante los acontecimientos del pasado sábado, 7 de octubre.
Sólo hay una manera de resistir la tentación de participar en eso: si en algún momento de tu vida, aun siendo ciudadano judío de Israel, has comprendido la naturaleza colonial del sionismo y te has sentido horrorizado por sus políticas contra el pueblo indígena de Palestina.
Si te has dado cuenta de eso no dudarás aunque los mensajes tóxicos describan a los y las palestinas como animales o “animales humanos”. Esa misma gente insiste en describir lo que ocurrió el sábado pasado como un ‘Holocausto’, abusando con ello de la memoria de una gran tragedia. Tanto los medios de comunicación como los políticos israelíes transmiten estos sentimientos día y noche.
Es esa brújula moral que me ha llevado a mí y a otros miembros de nuestra sociedad a apoyar al pueblo palestino de todas las formas posibles, la que nos permite a su vez admirar el valor de los combatientes palestinos que tomaron más de una docena de bases militares superando al ejército más fuerte de Oriente Próximo. Al mismo tiempo, personas como yo no podemos evitar preguntarnos sobre el valor moral o estratégico de algunas de las acciones que han acompañado a esta operación.
Como siempre hemos apoyado la descolonización de Palestina, sabíamos que cuanto más durara la opresión israelí menos probable sería que la lucha de liberación fuera “aséptico”, como ha ocurrido en el pasado con todas las luchas justas de liberación en cualquier parte del mundo. Ello no significa que no tengamos que observar el panorama general aunque sea por un momento. La imagen es la de un pueblo colonizado que lucha por sobrevivir en un momento en que sus opresores han elegido un gobierno decidido a acelerar la destrucción del pueblo palestino –de hecho, su eliminación– o incluso su misma reivindicación de ser pueblo.
Fuente: Richard Sellan Bajaña