septiembre 12, 2025
Portada » Blog » Carmen en Riad: cuando la ópera china abre grietas en los muros del reino

Carmen en Riad: cuando la ópera china abre grietas en los muros del reino

En una tierra donde durante décadas el arte fue sometido al silencio de los decretos religiosos y políticos, la irrupción de Carmen en un escenario de Riad tiene la contundencia de un relámpago en medio de la noche. No se trata solo de un espectáculo operático: es un gesto de desafío cultural, un acto que perfora los muros de la censura y revela que incluso en los regímenes más cerrados, la música puede instalar una verdad que no se amordaza.

Que Carmen —la historia de una mujer libre que decide su destino a pesar de las cadenas de la moral patriarcal y militar— resuene en Arabia Saudita, interpretada por artistas chinos y nacida del genio francés de Georges Bizet, es un acontecimiento que excede con creces la etiqueta de “intercambio cultural”. Es la puesta en escena de una promesa: la posibilidad de que las artes sigan siendo el espacio donde Oriente y Occidente se reconocen en su humanidad compartida, incluso cuando los Estados se blindan en sus alianzas estratégicas o en sus fronteras ideológicas.

El 4 de septiembre de 2025, en el King Fahd Cultural Center de Riad, la China National Opera House presentó la ópera por primera vez en suelo saudí, dentro del marco del Año Cultural Arabia Saudita–China 2025, que conmemora los 35 años de relaciones diplomáticas entre Pekín y Riad. La inauguración reunió a más de 2 500 asistentes, entre diplomáticos, artistas y público local, que presenciaron un espectáculo con orquesta completa y un elenco internacional. Según la cobertura de la agencia oficial Xinhua y medios saudíes como Arab News, la atmósfera fue de expectación y entusiasmo, con espectadores que celebraron el encuentro de culturas que condensaba la obra: una trama española del siglo XIX, narrada en francés, interpretada por cantantes chinos, en el corazón del reino saudí.

La prensa oficial china subrayó el carácter histórico de este momento, destacando que la ópera refleja la apertura cultural del Reino y la voluntad de ambos países de profundizar su cooperación artística y académica. Desde la perspectiva saudí, medios locales vincularon la presentación con la estrategia Vision 2030, que busca diversificar la economía más allá del petróleo y abrir espacios de entretenimiento y cultura en una sociedad marcada por décadas de restricciones.

Pero el peso simbólico de la función no se mide solo en cifras ni en comunicados. Lo que ocurrió en la sala —el público vestido en parte con trajes de inspiración española, aplaudiendo la fuerza de la protagonista— apunta a otra dimensión: la de una comunidad que, al recibir en su capital a Carmen, recibe también la memoria de las luchas por la libertad, los ecos de pasiones que no caben en los códigos morales impuestos, la resonancia de una Europa del siglo XIX traída por voces chinas al corazón del Golfo. Un puente inesperado se desplegó sobre las líneas de fractura del presente: la ópera como idioma común entre tres mundos —Francia, China, Arabia Saudita— que han vivido historias distintas, pero que en la escena se encontraron en una misma respiración.

En un momento en que las potencias globales vuelven a organizar sus bloques, el arte ofrece otra geopolítica: no la de la fuerza ni la de la guerra, sino la de la interdependencia cultural. El público saudí, al aplaudir con fervor, participó de esa otra política posible, una donde las diferencias no conducen al choque sino al reconocimiento.

El estreno de Carmen en Riad no cambia de golpe la estructura de poder del reino ni disuelve sus cerrojos autoritarios. Pero sí abre una grieta, un resquicio de aire fresco, una pregunta sobre el porvenir: ¿será posible que, como dijo Xi Jinping hace apenas días en Pekín, “la humanidad asciende y cae junta” y que solo el encuentro en igualdad nos salve de repetir las tragedias? La ovación de esa noche en el desierto sugiere que, incluso bajo los cielos más cerrados, la música sigue siendo capaz de recordarnos lo que podríamos llegar a ser.

Fuente: pressenza.com