Chile. Contraloría y cruce de información: Haciendo el trabajo para que las instituciones sí funcionen

por Patricio Segura
En un lugar común derivó hace más de una década la frase de Ricardo Lagos “dejemos que las instituciones funcionen”. En su oportunidad, aludiendo a la acusación constitucional en contra de quien fuera intendenta de la región del Bío Bío Jacqueline van Rysselberghe. Corría marzo de 2011.
Con esta máxima, el ex Presidente bajaba la línea en dos direcciones: cuestionaba el debate político sobre el rol de los órganos del Estado (en ese caso, el uso de una atribución parlamentaria en contra de una autoridad designada por Piñera), mientras respaldaba la institucionalidad vigente en el país.
Ha pasado el tiempo desde que acuñara tal expresión y el país, así como el mundo, ha cambiado bastante. La furibunda irrupción de las tecnologías de la comunicación, hoy al alcance de -prácticamente- todos, ha modificado no sólo la manera en que nos informamos sino también cómo nos educamos, interactuamos y decidimos. Y, por cierto, elegimos a nuestros representantes.
Tanta ha sido la evolución que a nadie, a estas alturas, se le ocurriría decir que hay que dejar que las “instituciones funcionen”, cuando escrutarlas -e incluso cuestionarlas- ha devenido en deporte nacional. Y global. No sólo de moros y cristianos, sino incluso de quienes se esperaría, como antaño, guarden su opinión para vulnerar la base de la democracia liberal: la separación de poderes.
Ejemplo de ello en el exterior es Donald Trump, para quien no existe institución (ni autoridad) que no pueda ser blanco de sus críticas, insultos, amenazas o burlas. A nivel nacional no estamos mucho mejor, más aún cuando todo el entramado institucional está en cuestión y cambiarlo es parte de la propuesta de casi todos quienes tienen interés en dirigir el país. Sea por la izquierda, el centro o la derecha. E incluso por fuera del clivaje político tradicional.
Con respecto a la trascendencia de la institucionalidad, las últimas acciones impulsadas por la Contraloría dan cuenta de que el nuestro no es tan estable como pensábamos. Que eso de que “las personas pasan, las instituciones quedan” no es tan cierto, cuando su desempeño depende, más que por el mandato legal, por quienes asumen su conducción.
Tuvo que llegar Dorothy Pérez para que una praxis que hoy parece práctica habitual fuera develada en toda su magnitud: el uso fraudulento de licencias médicas. Se ha señalado que esto se debe a la aplicación de una nueva herramienta, que son los Consolidados de Información Circularizada. Esto es, en concreto, el cruce de información que distintos organismos del Estado ponen a disposición de la Contraloría con el fin de detectar posibles prácticas irregulares en el sector público.
Fuente: pressenza.com