octubre 5, 2025
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Conversación con Heny Ilse Roig Monge Autora de la obra Todas las mariposas negras mueren en el mar/ IATI Septiembre 26 a Octubre 5

Como escritor, siempre me siento muy honrado al leer un manuscrito. No solo tengo la oportunidad de aprender de una colega, sino que además entro en un espacio íntimo y sagrado del oficio literario. Es como entrar en un altar antes de que se abran las puertas de la iglesia para la misa.

Al leer una obra de teatro, uno inevitablemente se pregunta por la puesta en escena. Y en el caso de Todas las mariposas negras mueren en el mar, de Heny Ilse Roig Monge, esa pregunta se vuelve aún más especial, porque Heny se acerca a los personajes con un profundo sentido poético y con una visión multiartística que combina coreografía e imágenes. En otras palabras, rompe con la palabra misma y el diálogo; da un lugar central al movimiento y a las imágenes.

Eso provoca que mi imaginación vuele y, al mismo tiempo, me pregunte cuál será la interpretación que el director dará a la obra. Y no tengo duda de que me sorprenderé, pues el escenario de IATI en Nueva York tiene una trayectoria impecable en la presentación de obras de calidad.

No se la pierdan. La pueden ver hasta el domingo 5 de octubre. Les prometo que no solo asistirán a una obra de teatro, sino que también saldrán con muchas preguntas acerca de nuestro cuerpo, del género y de la identidad que de ellos se desprende.

Y es también un honor conversar con la autora, pues de esa manera tenemos otra dimensión de su obra.

JS: Heny, cuénteme acerca de su carrera profesional. ¿Cómo se convirtió en dramaturga, viniendo de una formación como actriz e investigadora? ¿Cómo llega su obra desde Chile hasta presentarse en el IATI Theater, un escenario tan emblemático en el East Village de Nueva York?

HRM: Algunas circunstancias en mi vida llegaron por simple casualidad. Mientras cursaba la carrera de  teatro tuve clases con el destacado dramaturgo Juan Radrigán, quien fue premio Nacional de las Artes de la Representación, otorgado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio de Chile. Fue él quien me dirigió a la escritura y estaré eternamente agradecida por ese regalo.

El año 2013, mientras cursaba el último año de la escuela, fundo, junto a Rayen Castillo, el Colectivo “Matriz”, encabezando una investigación sobre el trabajo pedagógico del dramaturgo tituldo“Del Grito a la Creación: La Disconformidad como Alma de la Dramaturgia, conversaciones con Juan Radrigán» a través de ediciones Cuarto Propio e incluida en el primer catálogo online de editoriales de artes escénicas el año 2020. (Chile).

Sobre IATI, vi un anuncio en redes sociales sobre la residencia en dramaturgia CIMIENTOS 2024 y postulé. IATI, me comunica que la obra fue seleccionada entre cientos de propuestas internacionales como una de las diez piezas destacadas para su serie de lecturas dramatizadas. El año 2024 fui a New York a presenciar el proceso junto al equipo de IATI y fue una experiencia increíble. Este año recibo la noticia que la obra fue elegida para la Temporada Principal 2025. El resto es parte de lo que hoy estamos viviendo.

JS: Usted se formó en la Pontificia Universidad Católica de Chile, donde obtuvo su maestría, y también en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, con un énfasis en pedagogía teatral. Esa combinación de contextos cristiano y católico, ¿cómo influye en la sensibilidad de su obra, si es que lo hace?

HRM: Es una buena pregunta. Ambas universidades tienen historias muy importantes. La Universidad Academia de Humanismo Cristiano como institución se crea  en 1975 cuando el Cardenal Raúl Silva Henríquez fundó un centro de estudios para promover el pluralismo y la libertad académica en respuesta a las graves violaciones a los derechos humanos que afectaban Chile, permitiendo un espacio para la creación y difusión de conocimientos sobre la realidad política, económica, social y cultural en Chile. Por otra parte la Universidad Católica de Chile es una de las universidades más prestigiosas a nivel mundial, y es una de las primeras en incorporar la carrera a nivel académico, lo denominado en Chile como “Teatros Universitarios”, de hecho, este año la escuela de teatro cumple 80 años.  A veces las decisiones tienen que ver con otras circunstancias. Esta pregunta en rigor me hizo recordar que yo estudié en un colegio de monjas, donde existía una capilla para rezar y toda la simbología relacionada a ese universo. Cuando lo pienso, siempre mi respuesta es que allí aprendí lo que es el rito, concepto estrechamente vinculado a las artes escénicas, y fue en ese colegio donde conocí a la persona que me inspiro a escribir esta obra, y a quien está dedicada.

JS: En su tesis de maestría usted explora “el cuerpo como territorio de resistencia en el teatro contemporáneo chileno”. ¿Podría contarnos más de esa idea y de cómo la ha seguido desarrollando en su trabajo artístico?

HRM: Mi práctica tiene como base el concepto de contraconducta, y en ese sentido, se encuentra atravesada por un cuestionamiento a las nociones del cuerpo (biopolítica) como sujeto de dislocación política, un territorio de resistencias en la medida en que se plantea como principio una ruptura significante de los modelos representacionales hegemónicos tradicionales, entendiendo el concepto de cuerpo en tanto productor de desaparición y falla, en tanto materialidad para la composición escénica en el marco de la experiencia estética, propiciada en el acontecimiento escénico, y en tanto lugar de suspensión de la representación y estructura social.

En el último tiempo, como  investigadora me interesa sacar la palabra desde el cuerpo, de allí, hacer la palabra carne, o encarnar la palabra, permitiendo el vínculo con la memoria que habita en nuestro primer territorio, el cuerpo, que contiene no solo la memoria presente, que nos conforma, sino, además la ancestral. La histórica.  En esta búsqueda me he cultivado en distintas técnicas de entrenamiento escénico (Biomecánica, Grotowski, Kalarippayattu, Danza Contemporánea (Colectivo La Vitrina), incorporando en los últimos años nociones del Movimiento Somático, estudiando para ser Educadora de Movimiento Somático en la Escuela de Body Mind Movement Chile. (Mark Taylor) para abordar mi proceso escénico como investigadora y dramaturgista

JS: Al leer el tema de su tesis, pensé en una conexión inesperada: el autor norteamericano Ta-Nehisi Coates, en su libro Between the World and Me, habla de cómo la libertad para los afroamericanos está marcada por un problema físico, el cuerpo como lugar de opresión y herencia de esclavitud. De manera paralela, cuando hablamos de la autonomía y los derechos de las mujeres, también hablamos del cuerpo como territorio. ¿Encuentra usted esa conexión válida? ¿Cómo dialoga su trabajo con estas discusiones sobre cuerpo, memoria e identidad?

HRM: Muy válida. Por supuesto que desde otras connotaciones históricas y políticas, pues desentramar las relaciones esenciales que componen un espacio común, constituido históricamente, permite deconstruir un lugar denominado de manera jerárquica y articulado por verdades absolutas que implican un lineamiento único. En mi tesis me dedique particularmente a entender conceptualizaciones de lo político en la escena, no tan solo en la consecuencia de los manifiestos partidistas a través de una ideología, sino más bien en la desarticulación de la disciplina escénica, rompiendo el funcionamiento del régimen de la sensibilidad, y así intentar operar desde un nuevo recorte del espacio material y simbólico. En ese sentido Rancière señala, por ejemplo, que la política consiste en reconfigurar la división de lo sensible, en hacer visible aquello que no lo era.

Fuente: pressenza.com