noviembre 23, 2024
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Chile: El cartón no hace al periodista

Días atrás, el Colegio de Periodistas de Chile reaccionó airadamente por la entrevista que el rector y columnista Carlos Peña le hiciera al ex presidente del gobierno español, Felipe González. En realidad, lo publicado no fue propiamente una entrevista periodística sino, más bien, una amena conversación entre dos interlocutores que piensan muy parecido en política.

Sin embargo, la entidad gremial protestó por la imprudencia del Rector y del diario El Mercurio al reproducir artículos cuya elaboración debiera corresponderle nada más que a los periodistas titulados, abogando por limitar la participación en los medios de personas que, aunque tengan méritos intelectuales, no debieran asumir tareas o estilos reservados solo a los licenciados o egresados de la Escuelas de Periodismo.

Curiosa reacción corporativa en un país en que el ejercicio del periodismo no está muy regulado y en que los medios de comunicación muestran escasa consideración por la dignidad de los profesionales de la prensa. Se trata de una vieja discusión que fuera muy intensa cuando surgieron las primeras escuelas de periodismo, cuyas nóminas docentes estarían constituidas por los propios periodistas “empíricos”, preocupados de que quienes los sucedieran fueran profesionales lo más capacitados posible para cumplir con un oficio cada vez más complejo y cambiante. Por lo que sería necesario elevar a disciplina universitaria la formación de redactores, reporteros y comunicadores sociales en general.

Con el tiempo, y como muchos sabemos, a las primeras carreras se sumaron más de una cincuentena de escuelas e institutos, debido al curioso y sostenido interés por ejercer este oficio y, muy especialmente, por lo barato que les resultaba a las universidades financiar entidades académicas en que el pizarrón era el principal medio para ejercer la docencia.

A poco andar se temió que los egresados de estas serían demasiados y que el campo ocupacional y los ingresos de los periodistas necesariamente se empobrecerían. Lo que realmente ocurrió y se comprueba con la enorme cantidad de periodistas con cartón o diploma universitario dedicados a las más disímiles tareas. Muy reñidas, tantas veces, con los nobles propósitos de una actividad que tiene por misión contribuir al entendimiento y progreso de los pueblos e, incluso, como se proclamara, ser “voz de los sin voz”.

Actualmente, donde más periodistas encontramos es en los partidos políticos, ministerios y oficinas parlamentarias, municipalidades y empresas privadas. Todos cumpliendo misiones proselitistas o publicitarias de apoyo a jefes que para nada o muy poco consideran la dignidad e independencia profesional. No hay político que se aprecie de tal sin secretarios de prensa y toda suerte de plumarios al servicio de su incondicional y mal remunerado servicio.

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Fuente: Portal digital Sur y Sur/Juan Pablo Cárdenas S.