Denuncian condiciones inhumanas para un activista saharaui en la prisión de Kenitra
El activista saharaui Abdullah Lekhfaouni, preso del «grupo de Gdeim Izik», está padeciendo crisis humanitarias y de salud críticas en la prisión central de Kenitra. Las quejas formales presentadas por su madre, Aliya Al-Radâa, señalan que Lekhfaouni ha sido privado sistemáticamente de sus derechos humanos básicos.
En cartas dirigidas al Fiscal del Rey en el Tribunal de Apelaciones de Rabat y al Delegado General de la Administración Penitenciaria, Al-Radâa describió las condiciones atroces a las que está siendo sometido su hijo: estuvo 48 horas en huelga de hambre; después le llevaron al hospital de la cárcel donde le dejaron tirado en el suelo durante 24 horas sin siquiera una manta, cerca de presos tuberculosos y con problemas mentales, lo que le ponía en grave riesgo. No recibió atención médica y le llevaron de vuelta a una celda, en aislamiento.
Las quejas subrayaron además que en esa celda -infestada de ratas- el personal penitenciario esposó a Lekhfaouni detrás de la espalda y le vendó los ojos; le sometió a privación prolongada del sueño, negación de llamadas telefónicas por varios días y confiscación de ropa de cama y artículos de primera necesidad.
Una queja, a la que tuvo acceso Equipe Media, declara lo siguiente: «El personal de la prisión central de Kenitra procedió a aislar a Abdullah Lekhfaouni en una habitación llena de ratas, con las manos atadas y los ojos vendados, privado de todos sus legítimos derechos».
A pesar de la gravedad de estas acusaciones, que la familia describe como «medidas de represalia”, Al-Radâa afirma que no ha habido respuesta de las autoridades, ni se han tomado medidas para mejorar sus condiciones de detención.
La familia de Lekhfaouni ha dado un paso más en su protesta, haciendo un llamamiento a los organismos internacionales de derechos humanos para su intervención, solicitando una investigación sobre las presuntas violaciones, y protección inmediata para concederle sus derechos legales básicos.
Fuente: pressenza.com
