El asalto a la UNRWA: Un puñal al corazón de la ONU
En la penumbra de Sheikh Jarrah, Jerusalén Este, la policía israelí irrumpió este 8 de diciembre de 2025 en la sede de la UNRWA, arrió la bandera azul de las Naciones Unidas y alzó la israelí, incautando bienes y silenciando comunicaciones. No fue un mero allanamiento: fue un vituperio simbólico a la inviolabilidad colectiva de 193 naciones, un recordatorio lacerante de que la ONU, emblema de la pax postbélica, sangra bajo el peso de hegemonías impunes.
Mientras Philippe Lazzarini clama «desprecio flagrante» y António Guterres exige restauración inmediata, el mundo murmura condenas tibias: Jordania lo tilda de «violación flagrante», Palestina invoca la Carta ONU, y ecos aislados de la gobernación de Jerusalén resuenan en la vastedad digital. Pero ¿dónde están las voces del mundo, de China, los BRICS, o el clamor unívoco que debería retumbar?
Reacciones globales: Un murmullo en el vacío
El planeta, fracturado, responde con susurros fragmentados. Autoridades palestinas denuncian la escalada contra la ONU, bloqueando guardias y robando teléfonos como preludio a un desmantelamiento sistemático. Jordania y observadores árabes lo ligan a la reciente prohibición israelí de la UNRWA por presuntos lazos con Hamás, un pretexto que Israel repite como mantra. En foros como X, activistas y medios alternos amplifican: «raid a la soberanía ONU». China, fiel a su guion, ha condenado incursiones previas en escuelas UNRWA (mayo 2025) y bloqueos gazatíes, urgiendo alto el fuego, pero hoy calla sobre este puñal específico; BRICS, ese contrapeso multipolar, no emite decreto colectivo, aunque Rusia y Pekín suelen fustigar a Israel en sesiones ONU. Europa murmura vía Público y El Debate, Europa Press cita a Guterres; Al Jazeera y Common Dreams lo llaman «condena internacional», pero sin sanciones. EE.UU., vetador perenne, guarda silencio cómplice. Quince reacciones —de Lazzarini a la gobernación palestina, de Telesur a Reuters— se acumulan como hojas secas: indignación verbal, cero praxis.
Gravedad Inmensa: Equivalente a un asalto multilateral
Atacar una sede ONU no es asaltar una embajada aislada, regida por la Convención de Viena (1961) como feudo soberano de un Estado. Es profanar el sanctasanctórum colectivo, blindado por la Convención de Privilegios e Inmunidades (1946): inviolabilidad absoluta, como territorio de *toda* la ONU, alter ego de 193 soberanías. Simbólicamente, es agredir al mundo entero, invocando el artículo 51 de la Carta para defensa colectiva. En la praxis, nada: ni Consejo de Seguridad (vetado por Washington), ni Asamblea General vinculante. Pero imagine la era de la Guerra Fría —1956, Suez: la ONU despliega fuerzas de emergencia, EE.UU. y URSS doblegan a Israel y aliados con presiones económicas; o principios del siglo XXI, 2003, Irak: aunque fallida, la ONU aún imponía inspecciones y resoluciones con dientes. Hoy, la inacción subraya la tesis: la ONU es basureada sistemáticamente por hegemonías —Israel respaldado por Washington, que veta 50 veces pro-Palestina— desvirtuándola hacia la irrelevancia, un cascarón para justificar multipolaridad alternativa como BRICS.
Desvirtuación hegemónica: Rumbo a la disolución
Esta es la gravedad enorme: un organismo nacido de las cenizas de dos guerras mundiales, árbitro supremo, reducido a megáfono de los fuertes. Israel no actúa solo; repite raids (agosto 2025, Sheikh Jarrah; mayo, escuelas), bombardeos a sedes ONU en Gaza (2024), con impunidad que erosiona la Carta. Hegemonías la desvirtúan: vetos estadounidenses blindan Tel Aviv, mientras China y Rusia observan, gestando foros paralelos.
Si la ONU tuviera la fuerza de antaño —capaz de sanciones, peacekeeping armado, boicots económicos— este asalto provocaría aislamiento israelí: embargo de armas, corte de fondos, resolución 242 reescrita con colmillos. En su ausencia, la tesis se agudiza: la ONU no muere por obsolescencia, sino por sabotaje deliberado, un preludio a su desaparición ante bloques rivales que la tachan de títere occidental.
Consecuencias debidas: restitución forzada, reparaciones, juicio en La Haya, expulsión temporal de Israel de foros ONU. La historia juzgará: ¿volverá la garra multilateral, o perecerá devorada por la anarquía hegemónica?
FUENTE: pressenza.com
