septiembre 10, 2025
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El colonialismo del planeta: los pueblos que mandan y los pueblos que esperan

El colonialismo no murió. Cambió de rostro. Hoy se viste de mercados, deuda y tecnología, mientras los pueblos esperan lo que nunca llega.

El colonialismo no fue un error del pasado ni un capítulo cerrado en la historia. Fue un proyecto global de saqueo y sometimiento. Arrasó culturas, desarmó economías y sembró fronteras de sangre. Se disfraza de modernidad, pero sigue vivo. Los barcos de vela ya no cruzan los océanos con cañones, ahora lo hacen los contenedores con contratos. Las cadenas ya no atan cuerpos, atan presupuestos nacionales. Los ejércitos se camuflan en bases militares y sanciones financieras. La ocupación cambió de uniforme, no de objetivo.

No es solo África, aunque allí la herida sea más evidente. El colonialismo es un virus que infectó al planeta entero. América Latina continúa exportando cobre, litio y soja mientras importa pobreza. Asia se reparte entre fábricas esclavistas y polos tecnológicos controlados por potencias externas. Oceanía sobrevive bajo el paraguas militar de Washington. Europa juega a árbitro global mientras carga con siglos de colonias saqueadas. Y en el centro de todo, el dólar dicta la partitura del poder como látigo moderno.

Los pueblos esperan. Esperan soberanía, esperan justicia, esperan que la modernidad llegue con dignidad y no como imposición. Lo que reciben son deudas impagables, promesas huecas y planes de desarrollo escritos en oficinas del norte. El colonialismo mutó en neocolonialismo y ahora en extractivismo financiero, digital y climático. Es la misma receta de hace quinientos años, servida en bandeja de globalización.

El planeta sigue dividido entre los pocos que mandan y los muchos que esperan. El colonialismo es el guion que se repite: cambian las banderas, se maquillan los discursos, pero la desigualdad se mantiene.

“El colonialismo ya no llega en barcos de vela, llega en contenedores, contratos y algoritmos.”

Fuente: pressenza.com