El FMI actúa como un organismo internacional político de poder global: la trama geopolítica y la disputa de fracciones del ‘establishment’ de EE.UU.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) no es un banco comercial ni de inversión, y tampoco un fondo de inversión internacional. Es una institución multilateral controlada por las potencias, utilizada como herramienta de poder geopolítico para desplegar la estrategia hegemónica global de Estados Unidos, al tiempo de imponer un condicionamiento amplio (económico, financiero, social y político) sobre países endeudados. Existen disputas de poder a nivel local, pero también al interior del FMI que expresan las peleas entre fracciones del establishment estadounidense.
El Fondo Monetario no es un banco comercial ni de inversión, y tampoco un fondo de inversión internacional. Es una institución multilateral controlada por las potencias, utilizada como herramienta de poder geopolítico para desplegar la estrategia hegemónica global de Estados Unidos, al tiempo de imponer un condicionamiento amplio (económico, financiero, social y político) sobre países endeudados.
Un programa con el Fondo entonces no se limita a definir números fiscales, monetarios, de reservas, del tipo de cambio, de las tarifas de servicios públicos y de otras variables macroeconómicas. Esas cifras conforman el marco general que determina una mayor o menor asfixia de la economía con el objetivo exclusivo de generar excedentes para pagar la deuda. En este caso, la deuda en dólares con el propio FMI, además de la comprometida con bonos en manos de acreedores privados, extranjeros y locales.
La diferencia sustancial respecto a las relaciones crediticias que se establecen con el mercado de capitales global es que el vínculo financiero con el Fondo incorpora componentes políticos y de relaciones internacionales, elementos que son tan importantes como las proyecciones macroeconómicas.
Globalistas versus continentalistas
Los investigadores Walter Formento, Juan Constant, Sebastián Schulz y Ernesto Mori publicaron “Hacia una salida multipolar frente a la encerrona del FMI” en el portal del Centro de Investigaciones de Política y Economía.Explican que existen distintos proyectos de poder que se expresan al interior del FMI, y que esa fractura se manifiesta en tres líneas política-estratégicas del establishment estadounidense (alianzas de partidos políticos con corporaciones), que pasan a detallar:
El sector denominado “globalistas” (con posiciones fuertes en los centros financieros Wall Street, Londres, Hong Kong) se expresa en megabancos y fondos financieros de inversión globales. Sus naves insignia son el HSBC, el Citigroup, el Santander, y corporaciones como Shell, Turner, CNN y, cada vez con mayor presencia, las grandes corporaciones de las telecomunicaciones. Este esquema de poder volvió a ocupar la presidencia de los Estados Unidos a partir de la victoria de Joe Biden, Kamala Harris, Antony Blinken y Nancy Pelosi, y está mediado políticamente (en gran medida) por el Partido Demócrata.
El bloque de poder llamado “continentalista” está enfrentado profundamente con los “globalistas”. Sus naves insignia son Bank of América, JP Morgan, Goldman Sachs, grandes corporaciones petroleras como Exxon Mobil, además de la cadena FOX. Este proyecto estratégico está más contenido dentro de la territorialidad de estado-nación de país central con proyección regional (ALCA, T-MEC), y están expresados políticamente en el núcleo más conservador del Partido Republicano de George W. Bush, Mike Pence, John Bolton, Rex Tillerson, Mike Pompeo, entre otros. Su estrategia a nivel regional recupera los principios básicos de la Doctrina Monroe de “América para los americanos” y considera a Latinoamérica como su “patio trasero”.
El grupo “nacionalistas-industrialistas”, sintetizado en la figura de Donald Trump, es expresión política del empresariado industrial mercadointernista, los sectores de capital derrotados con la globalización impulsada por las transnacionales, con eje en el complejo siderúrgico del llamado “cinturón industrial”. Promueven una vuelta a la “grandeza” de la nación estadounidense e intentan articular al núcleo conservador de la población blanca y anglosajona (WASP). Entre las fracciones neoconservadoras continentalistas del Partido Republicano y los industrialistas expresados por Trump existen alianzas tácticas vinculadas al fuerte enfrentamiento contra el sector globalistas.
El cuarteto de investigadores señala que el declive relativo de la hegemonía angloamericana en el sistema mundial agudiza progresivamente la disputa interna entre las distintas fracciones financieras, de forma tal que en algunos artículos ellos han caracterizado este proceso como la “Perestroika norteamericana”.
Una de las disputas entre continentalistas y globalistas es por el papel y control de las instituciones multilaterales, entre ellas el FMI.
Mencionan, a la vez, que, a pesar de esas peleas, entre los tres grupos existen ciertos acuerdos tácticos respecto a grandes objetivos geopolíticos, entre los cuales se encuentra “recuperar la hegemonía sobre América latina y (re)subordinar a la región tras los incipientes procesos de integración regional autónoma de 2000 a 2015”.
Fuente: Richard Sellán Bajaña