El odio, enfermedad de la democracia y la paz

El discurso de odio alimenta el resentimiento y la animosidad entre grupos sociales y también dificulta los procesos de diálogo, reconciliación y construcción de paz.
Por Miguel Julio Rodríguez Villafañe*
Milei y su discurso de odio
Lamentablemente, el presidente Javier Milei basa su discurso, centralmente, en presentar a aquellos que piensan diferente, como parte de un sistema corrupto, opresor o destructivo. Los califica como “enemigos”, “traidores”, “ratas”, “casta”, “extorsionadores”, “mandriles” “periodistas ensobrados” y con muchos otros epítetos gravosos y denigrantes.
Aún más, ha llegado a decir, que “no se odia lo suficiente a los periodistas que dan informaciones criticas del accionar del gobierno”.
De esa manera, por un lado, él y sus seguidores se presentan como los “buenos, no corruptos y salvadores” contra los otros, que son los “malos”, “la casta corrompida”, a los que se debe atacar y eliminar. Desde ese discurso, peligrosamente, empuja a sus seguidores a tomar posturas radicales y excluyentes, lo cual es contrario a la construcción de una democracia plural y de la paz, que implica la inclusión, el entendimiento mutuo y el respeto por las diferencias.
Argentina, cómplice de actos inhumanos
A su vez Milei, en su discurso de odio sin matices, en lo internacional, lo ha direccionado, en una incondicional alianza, con la geopolítica bélica de Washington e Israel en Medio Oriente. Por ello, defendió el ataque “preventivo” contra Irán. Incluso, se refirió al primer ministro israelí, a quién avala su accionar, con un trato de particular cercanía, como “mi queridísimo amigo, Benjamín `Bibi´ Netanyahu”. Además, afirmó, que Irán “es un enemigo de Argentina”, (ver diario INFOBAE, del 20/06/25).
Por lo que, obviamente, atento su carácter de presidente de Argentina, nuestro país queda implicado directamente en dicha guerra, junto a Israel y la política de Trump.
Hay que señalar que el ataque de Israel contra Irán fue un acto no provocado e injustificado y constituye una violación flagrante de la Carta de las Naciones Unidas (ONU), los principios fundamentales del derecho internacional y al estatuto del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), toda vez que se trató de un ataque a instalaciones nucleares bajo la salvaguarda de dicho organismo.
También el gobierno de Netanyahu ha provocado una catástrofe humanitaria sin precedente, con un verdadero genocidio en contra del pueblo palestino y ha cometido reiteradas violaciones contra el derecho internacional humanitario en Siria, Líbano y Yemen.
Todo lo que no obsta señalar, que en esto no se justifica ningún accionar terrorista que implique la muerte de inocentes.
Resulta inaceptable que en esta guerra el dolor de niños, mujeres y pueblo civil, en general, se tome como un efecto colateral necesario y se asuma con indiferencia en sus consecuencias.
En ese sentido, la ONU y la Corte Penal Internacional (CPI), han acusado a Israel de llevar a cabo un “genocidio contra el pueblo palestino” durante su invasión y bombardeo de la Franja de Gaza. Incluso, la CPI ha emitido una orden de arresto al primer ministro de Israel Netanyahu imputándolo penalmente como responsable de haber cometido “crímenes de guerra de hacer morir de hambre como método de guerra y crímenes de lesa humanidad de asesinato, persecución y otros actos inhumanos”.
El país implicado en la guerra de Medio Oriente
Mientras tanto Argentina, atento al posicionamiento de Milei, votó negativamente en la ONU por un alto el fuego en Gaza. Ahora, hay que agregar, la decisión de enviar personal militar argentino a la base norteamericana en Bahréin y buques de guerra y aviones Pampa, al Golfo Pérsico, como apoyo a Estados Unidos e Israel, lo que involucra a nuestro país directamente en la guerra, en el sentido operativo y bélico del término.
Fuente: pressenza.com