enero 15, 2025
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Irán: de la estrategia revolucionaria al repliegue nacionalista

Los fracasos militares de Irán en Líbano y Siria afectaron especialmente a la Guardia Revolucionaria y a las facciones ideológicas más radicales que dominan la vida política, económica, social y cultural del país. Pero mientras algunos contemplan un inminente «derrocamiento del régimen», otros temen un gobierno militar aún más radical. Por su parte, el líder supremo, Alí Jamenei, trata de alcanzar compromisos en un intento de salvar un sistema en peligro bajo la presión de las sanciones económicas estadounidenses, de la oposición internacional a su programa nuclear y, sobre todo, de la la sociedad iraní.

Nada más llegar al poder en 2021 con la elección de Ebrahim Raissi como presidente, las fuerzas conservadoras se dieron cuenta de la urgencia de la situación. Iniciaron, entonces, un cambio de estrategia regional para posibilitar las negociaciones con Estados Unidos y obtener el levantamiento de las sanciones económicas. Sin bloquearla, las divisiones en el campo conservador obstaculizaron esta estrategia, que pretendía reforzar las relaciones con todos los países vecinos, empezando por Arabia Saudita, y distanciarse de la red de proxies creada en el contexto de la guerra Iraq-Irán. Esta política se confirmó en junio de 2024 con la elección como presidente del reformista Masud Pezeshkian. El líder supremo Jamenei, sin otras alternativas, dio su anuencia.

Sin embargo, en el espacio de unos meses, Israel puso patas arriba este plan de retirada ordenada hacia su propio territorio y los intereses nacionales. El derrocamiento del régimen de Bashar al-Assad en Siria -el único aliado árabe sólido de Irán desde 1979- y la derrota militar de Hezbolá han obligado a la República Islámica a definir una nueva política interior e internacional que va más allá del mero pragmatismo.

Los éxitos militares de la Guardia Revolucionaria fueron numerosos. La guerra Iraq-Irán (1980-1988) permitió a esta milicia política, fundada para contrarrestar a los opositores de la República Islámica, convertirse en una tropa de elite del Ejército nacional. Mientras que el ejército convencional se limitaba a defender el territorio nacional, los cuerpos de la Guardia Revolucionaria fueron los actores de la estrategia de «defensa avanzada» más allá de las fronteras, con Hezbolá y Siria como piedras angulares. El compromiso de los guardianes de la revolución pronto rebasó el frente iraquí para convertirse en ideológico, globalizado, contra el «Gran Satán» estadounidense y sus aliados europeos e israelíes.

Fuente: nuso.org