La Administración Trump desmantela el sistema educativo Federal de EE.UU.

En esta segunda parte del artículo seguimos aclarando los efectos de “la federalización de la desigualdad” y cómo la educación y formación va a diferenciarse entre los Estados de la Unión y creando un sistema de castas: élites, profesionales, y el resto de la población mayoritaria. Desde la elección de Donald Trump en 2016, y desde su segundo regreso a la Casa Blanca, en enero de 2025, la política educativa federal estadounidense ha experimentado una transformación radical en este sentido. Entre ambas partes del artículo, se pretendió unir los hechos, o unir “las líneas de puntos” de hechos documentados y acciones legislativas presidenciales, etc. Para llegar a conclusiones sobre el estado de la educación y formación. Con esta reforma del Gabinete Trump la Educación y Enseñanza preuniversitaria se aparte de lo que son los estándares en otras partes del Mundo, salvo en los Estado y centros mejor dotados.
Influencia religiosa y político-económica en la educación: un nuevo sistema de castas
El control local permite que élites religiosas financien candidatos afines para director@s y docentes, creando ambientes escolares alineados con su credo. Esto aleja la educación pública del modelo laico o inclusivo típico europeo.
Amenaza a los derechos civiles
La retirada del gobierno federal de su papel como garante de la igualdad en la educación pública debilita gravemente los mecanismos de protección frente a la discriminación. Hasta hace poco, el Departamento de Educación supervisaba, a través de su Office for Civil Rights, las denuncias de racismo, bullying homofóbico, acoso a estudiantes con discapacidad o cualquier vulneración de derechos civiles en escuelas y distritos. Con el desmantelamiento en marcha, esa función desaparece prácticamente, dejando a los afectados a merced de un sistema fragmentado y desigual.
Según informó The Guardian (enero 2025), las competencias de investigación y sanción se transfieren al Departamento de Justicia (DOJ), que actúa únicamente mediante demandas judiciales y no de forma preventiva. Esto significa que los estudiantes o familias deberán iniciar procesos legales largos y costosos para obtener protección o justicia, algo que para la mayoría resulta inviable. En palabras de expertos citados por el medio británico, esto equivale a “cerrar la puerta al acceso rápido a la protección de derechos” y convertir la igualdad educativa en un privilegio de quienes puedan costear abogados.
A esto se suma que la nueva administración ha anulado múltiples directrices federales sobre diversidad, equidad e inclusión (DEI). Programas que antes promovían la integración de estudiantes LGBTQ+, afroamericanos, latinos o con necesidades especiales han perdido apoyo o directamente han sido eliminados. En algunos estados, grupos conservadores han presionado para sustituir estas iniciativas por programas “de valores familiares” con un marcado sesgo religioso o político.
Como señala The Guardian, la reducción del papel del Departamento de Educación crea “zonas grises” de impunidad, donde los distritos escolares más conservadores pueden imponer reglas discriminatorias sin temor a sanciones federales. Esto no solo afecta a estudiantes de minorías, sino que envía un mensaje general de debilitamiento de los derechos civiles, como si la diversidad y la igualdad fuesen ahora cuestiones opcionales o negociables. (The Guardian).
Más allá del bachillerato: universidad y mercado laboral
Las universidades en Estados Unidos (muchas privadas o suscripciones ideológicas) han gozado históricamente de una gran autonomía, con una marcada división entre instituciones privadas de élite y universidades públicas estatales. Sin embargo, la erosión de la calidad educativa en los niveles preuniversitarios (K‑12) ya empieza a reflejarse en la preparación académica de los nuevos estudiantes. Profesores de universidades públicas han alertado en informes recientes de que los alumnos de primer año llegan con brechas notables en lectura crítica, matemáticas y ciencias, fruto de programas de secundaria cada vez más desiguales entre estados y distritos.
Este deterioro tiene una consecuencia directa en el mercado laboral: un sistema universitario saturado de estudiantes con bases deficientes obliga a dedicar recursos a cursos remediales, mientras que las empresas advierten de una creciente falta de talento especializado en áreas como inteligencia artificial, energías renovables o biotecnología. En un mundo donde el liderazgo económico se define por la innovación, la carencia de una formación sólida en etapas tempranas puede suponer una desventaja estructural frente a potencias emergentes como China, que invierte masivamente en educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas).
A ello se suma el problema crónico de la deuda estudiantil, que ronda los 1,6 billones de dólares. Lejos de aliviarse, esta deuda se agrava con la retirada progresiva del apoyo federal: menos becas Pell, recortes en programas de ayudas y una privatización creciente de los préstamos universitarios. Los estudiantes de familias con menos recursos, especialmente en estados donde los sistemas K‑12 ya están debilitados, se enfrentan a una doble barrera: llegan peor preparados y deben endeudarse más para poder acceder a una educación superior de calidad.
Además, el mercado laboral estadounidense ha dejado de priorizar únicamente el título universitario, buscando habilidades prácticas, digitales y técnicas que antes se adquirían en programas de Formación Profesional o bachilleratos técnicos (CTE, Career and Technical Education). Sin embargo, con la fragmentación de la educación secundaria, muchos de estos programas están desapareciendo o quedando obsoletos. La carencia de una formación técnica sólida puede limitar el crecimiento económico y la capacidad de competir en sectores estratégicos, desde la robótica hasta la transición energética.
Reflexión final en tanto la evolución estadounidense de la educación de los 0 a 12 años
El desmantelamiento del Departamento de Educación lleva a EE.UU. hacia un sistema K‑12 fragmentado, desigual y sujeto a intereses locales y confesionales. La historia muestra que la federación garantizaba cierto grado de cohesión, equidad y supervisión de derechos.
Lo que ocurre ahora es el empoderamiento de control local, que solos puede funcionar donde hay capital económico y político. En otras regiones, especialmente agrícolas o conservadoras, la educación retrocede a modelos próximos a lo confesional, con prohibiciones de libros, currículos sesgados y ausencia de derechos civiles garantizados.
La resulta es un sistema de creación de castas. En realidad la configuración de una elite minoritaria que es educada para la excelencia y dominio de las altas instituciones publicas y privadas del País, tanto políticas como económicas (aunque la diferenciación entre ambos poderes en EE.UU. es cada vez más estrecho). De paso los hijos de las élites de los países del G20 y OCDE, o simplemente los vástagos de las élites del Mundo acuden a formarse en estos centros con lo que se irradia al resto del mundo esa cultura de “los elegidos para mandar”. La otra casta o grupo social se divide en dos. Los profesiones y especialistas y por otro lado la clase trabajadora (que se acabará trabajando en uno o dos trabajos para redondear el mes. Trabajo que de ningún modo le satisfacen o se acercan a lo que pensó hacer con su vida en la etapa “soñadora” o planificadora como es la adolescencia y posteriormente…
Para un lector europeo, esto supone entender cómo en apenas 12 años el sistema se aleja del bachillerato fuertemente regulado, público y homogéneo. El sistema estadounidense es ahora un mosaico de realidades educativas muy dispares cuya cohesión nacional y calidad están en serio riesgo.
Conclusión final
La conclusión final es que, lo que en Europa se percibe como acceso público universal y en igualdad de oportunidades puede hoy en EE.UU. variar drásticamente según el estado y ciudad, o no existir por completo. El retorno a las competencias estatales bajo la administración Trump (segundo mandato) y el vaciamiento federal amenaza la igualdad de oportunidades y aleja la educación de estándares mínimos compartidos y su homologabilidad con la educación y formación equivalente de otros países o zonas del Mundo equivalentes.
Pero lo que está ocurriendo en Estados Unidos no es un fenómeno aislado; es el reflejo de una corriente que recorre todo el mundo. Se está consolidando un circuito de excelencia reservado a las élites —de donde saldrán los futuros dirigentes, profesionales de alto nivel y gestores del poder económico, en un escenario donde economía y poder son prácticamente sinónimos—, mientras que el resto de la población queda relegada a posiciones de menor influencia. Europa y algunas otras regiones mantienen todavía una mayor homogeneidad de oportunidades, pero el riesgo es claro: avanza la creación de un sistema de castas, con una élite reducida, una amplia clase intermedia cada vez más vulnerable y un sector creciente de excluidos o desheredados.
La respuesta debe comenzar desde la base: la educación. Es en las etapas iniciales (K12) donde podemos sembrar valores universalistas y no-clasistas, donde los niños pueden aprender a mirar al otro con respeto, empatía y sentido de comunidad. Ser educados en el majejo de las competencias necesarias para tratar con “el otro” desde la cooperación, negociación y transacción, nunca educados para el dominio o violencia, o creencias amparadas en supremacía o supuestos destinos manifiestos, etc.
Solo así podrán formarse ciudadanos capaces de construir sociedades abiertas, funcionales y con movilidad entre estamentos. Tradicionalmente, el espíritu de la educación pública y del funcionariado docente apuntaba en esa dirección. Pero soplan tiempos difíciles para la igualdad de oportunidades, para el respeto a la diversidad y para la competencia esencial de reconocer y tratar la alteridad como un valor. Es urgente defender esta misión común, porque de lo contrario perpetuaremos sociedades cada vez más estancas y desiguales.
Tomar distancia para ver y describir lo que sucede, ver las consecuencias a corto y medio plazo, meditar y posicionarse como Ciudadanos del mundo, Padres y Madres, Educadores, Políticos. etc… ya es un comienzo.
Fuente: pressenza.com