julio 9, 2025
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La aniquilación de Gaza

En torno a la interpretación de la tragedia

El discurso imperante nos alienta a considerar el inicio de la tragedia a partir del 7 de octubre de 2023. Insta a contemplar únicamente los padecimientos de los ciudadanos israelíes que fueron asesinados y los de aquellos que continúan secuestrados. Se clama por su regreso. Frente a ello, existe una ominosa inacción respecto de las víctimas palestinas dejando implícita la idea de que sus vidas valen menos.

Los crímenes llevados adelante por Hamas no deben esgrimirse como excusa para  justificar el genocidio que Israel está perpetrando en Gaza: no es una guerra, es un asalto sobre la población civil de un territorio empobrecido. La mayoría de los asesinados por el Estado de Israel son mujeres y niños: el 70 %. Los hombres asesinados no eran en su mayoría combatientes. No existe ninguna justificación para matar civiles: lisa y llanamente el Estado de Israel que oprime de manera sistemática a Gaza hace 18 años, a partir del 7 de octubre de 2023 está llevando adelante una planificación destructiva genocida.[1]

Se mata a la población civil con la excusa de aniquilar combatientes. Se la daña ex profeso, negándole  el acceso a los requerimientos básicos para el sostenimiento de la vida. Se la somete a una degradación inhumana: los precarios hogares que quedan en pie no son seguros pues cualquier misil puede destruirlos con sus habitantes dentro sin el menor escollo; la infraestructura sanitaria ya fue destrozada; los establecimientos que funcionan como refugio siguen siendo atacados; escasea a niveles infrahumanos el agua; falta la comida pues Israel impide la llegada de asistencia humanitaria de manera sistemática. Desde hace dos meses se le impide de manera total a las organizaciones humanitarias que entren con comida; el  70 %  de las estructuras edilicias de Gaza han sido destruidas o gravemente dañadas.

Desde el mes de mayo se ha militarizado la asistencia humanitaria: es utilizada como nueva arma de guerra contra la población hambrienta. La ONU ha denunciado la matanza de  613 civiles que buscaban comida[2]. Sumado a ello, se compele a la población a desplazamientos forzosos a fin de recabar bolsas de harina para poder comer y no morir de hambre.

La potencia ocupante debe, según el derecho internacional, cuidar a la población civil y articular todos los mecanismos para asegurar la continuidad de la vida. En vez de ello, el Estado de Israel lleva adelante un plan de exterminio hacia una población indefensa.

Israel ha desbordado en su significación la acción militar que lleva adelante,  la modela y se la ofrece al mundo como una  misión redentora que garantizará el futuro de bienestar para los elegidos de la civilización. Los palestinos no son considerados elegidos, se los entiende como animales humanos, ergo sus vidas valen poco; si para dinamitar al entendido como enemigo hay que barrer hospitales, escuelas, viviendas y vidas civiles, el opresor no se plantea ningún conflicto ético, máxime cuando la vida de quienes habitan el territorio es considerada de menor valía

El concierto de naciones aún no se expide de forma inapelable. Israel no rinde cuentas ante ningún organismo ni tribunal internacional; ¿qué se está esperando para frenar la barbarie? Ya fue muerta más del  3 % de la población de Gaza y son miles los desaparecidos y los cuerpos bajo los escombros aún no registrados.  ¿Sus vidas no valían?

Acerca de la posibilidad de existencia en los Territorios Palestinos Ocupados

Todo el territorio palestino sufre la ocupación del Estado de Israel.

Cisjordania es administrada de forma  parcial por la Autoridad Nacional Palestina; su  territorio está sumamente fragmentado debido a la enorme cantidad de colonias israelíes que allí se fueron estableciendo. Es controlada  militarmente por la potencia ocupante; los puestos de control fraccionan la vida, los suministros de agua y electricidad dependen de Israel. Las colonias, ilegales según los parámetros del derecho internacional, se expanden año tras año en territorio palestino: territorio que debería ser inviolable y es continuamente mancillado por la violencia colonial que ejercen tanto las fuerzas militares como los colonos armados. Cisjordania sigue siendo cercada  por un muro ilegal en constante expansión, cuyo objetivo es circunscribir, como una prisión, la vida palestina.

Jerusalén Este está ocupada por Israel hace décadas. Un territorio que debiera enaltecer su condición de ecuménico es utilizado como caballo de batalla para robustecer la conformación de un Estado etnocrático.

“…Israel ha impulsado su proyecto colonial de asentamientos mediante la ocupación militar, despojando al pueblo palestino de su derecho a la autodeterminación. Esto se ha traducido en la segregación y el control de los palestinos, incluso mediante la confiscación de tierras, la demolición de viviendas, la revocación de residencias y la deportación. Castigando su indigenismo y rechazo a la colonización, Israel interpretó a los palestinos como una “amenaza a la seguridad” para justificar su opresión y “descivilización”, es decir, la denegación de su condición de civiles protegidos”.[3]

El acceso a la tierra es diferencial según el origen étnico de los ciudadanos, lo mismo que el acceso al agua y la posibilidad de moverse libremente. La ley se aplica de manera completamente desigual y las detenciones de civiles palestinos son regidas por rigurosidades excepcionales de la justicia militar.

La Franja de Gaza continúa siendo devastada; su población es exterminada. Ya no hay más dónde ir. La desolación es continua. Mientras los cadáveres se acumulan bajo los escombros, quienes quedan, son sometidos a un régimen de muerte.

El cercamiento total que vive Gaza hace 18 años, ha significado que la población gazatí transite durante casi dos décadas condiciones de vida paupérrimas: hacinamiento, dificultad de acceso al agua potable, dependencia completa de la ayuda humanitaria para comer y curarse: estar al límite de la dignidad mínima para la reproducción de la vida. Hoy la situación es demoledora: Gaza es muerte.

Fuente: pressenza.com