agosto 2, 2025
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La Constitución de 1925 fue impuesta por el Ejército (II)

La insatisfacción con la república parlamentarista oligárquica y el temor al emergente proletariado minero y urbano se extendió también a la oficialidad del poderoso ejército chileno. Los conflictos no resueltos con nuestros tres países vecinos llevaron al Estado chileno a fortalecerlo crecientemente luego del fin de la guerra del Pacífico. Y su oficialidad –a diferencia de la Armada- fue de origen de clase media lo que fue reforzado por la propia estructura burocrática-estatal del Ejército. Es más, se podría decir que “el crecimiento de la clase media (chilena) se realiza paralelamente al proceso de profesionalización del Ejército, y ambos tienen el mismo origen. No existe propiamente una invasión del ejército por la clase media; existe más bien la formación conjunta de una clase media y de un ejército profesional. Podría decirse que, entre 1891 y 1920, nace lentamente la clase media, como clase que tiene una fracción armada” (Alain Joxe.- Las Fuerzas Armadas en el sistema político de Chile; Edit. Universitaria, Santiago, 1970; p. 52).

Y la profesionalización del Ejército tuvo un sello particularmente autoritario: el de su prusianización, luego de la derrota del ejército de corte más bien francés que abrumadoramente había apoyado a Balmaceda en la guerra civil de 1891. Así, el general prusiano, Emil Körner, fue el virtual creador de un nuevo ejército, junto con decenas de oficiales alemanes que estuvieron varios años en nuestro país. A su vez, entre 1895 y 1910 cerca de cincuenta oficiales chilenos fueron a estudiar a Europa, particularmente en Alemania (Ver Frederick Nunn.- The Military in chilean history; University of New Mexico Press, 1976; p. 112). Se llegó incluso al extremo de copiar hasta los reglamentos y el uniforme del ejército alemán. En todo esto influyeron las excelentes relaciones económicas, políticas y culturales que tenía el Chile de la época con la Alemania del segundo imperio, consolidadas todavía más por el total apoyo mostrado por el país germano a nuestro país en la guerra del Pacífico.

Asimismo, el Estado imperial alemán –y obviamente su ejército- se distinguía por su lucha contra el socialismo y el anarquismo que se propagaban en la Europa de la época. Así, no sólo hubo una confluencia con la oligarquía chilena en cuanto a su vocación anexionista en lo externo, sino además en relación a la idea de reprimir el creciente malestar obrero frente a la brutal explotación de que era víctima, especialmente en las duras condiciones laborales de la minería, y sin ninguna ley social que le protegiera. En este contexto, Chile fue el primer país en introducir el servicio militar obligatorio en América Latina en 1900. Fue “seguido por Argentina un año después, Ecuador en 1905, Bolivia en 1907, Brasil en 1908 y Perú en 1912” (Patricio Quiroga y Carlos Maldonado.- El prusianismo en las Fuerzas Armadas chilenas; Edic. Documentas, Santiago, 1988; p. 92). Y no fue extraño que su Ejército fuese usado “eficazmente” por los sucesivos gobiernos en las grandes matanzas de Valparaíso (1903), Antofagasta (1906) e Iquique (1907).

Así, la “clase media militar” adquirió también –al igual que su contraparte civil- un profundo temor a los sectores populares. De este modo, en 1909, el teniente coronel, Guillermo Chaparro, sostenía: “Todos sabemos que el jornalero de nuestras grandes ciudades y el campesino se hallan contaminados con las ideas socialistas (…) jornaleros y campesinos son por lo general corrompidos y viciosos (…) A semejante elemento, hasta cierto punto refractario a las cosas militares, hay que dominarlo por la superioridad del carácter de la inteligencia” (Ibid.; p. 99).

Y, por otro lado, en la revista del Estado Mayor del Ejército, Memorial del Ejército de Chile (MECH), se postulaba una virtual militarización de la sociedad chilena: “El Ejército es la gran escuela educadora de nuestro pueblo y la verdadera base de la democracia ordenada, obediente y limpia”; “El pueblo en los cuarteles es la nación armada, es la fuerza, y naturalmente de hecho, reside en ella la real soberanía. Necesariamente el pueblo soberano, nombrando sus gobernantes por medio del sufragio e imponiendo su voluntad por medio de la fuerza armada que le da el Servicio Militar Obligatorio, tiene medios de resistir la tiranía y sofocar la revolución”; “El régimen militar (…) posee todo lo que educa: sentimientos de disciplina, repetición de actos que se fijan en la mente y se crean hábitos, sanciones ya materiales, ya morales y sobre todo uniformidad de métodos: se marcha de una sola manera, se saluda de una sola manera…” (Mariana Aylwin Oyarzún e Ignacia Alamos Varas.- Los militares en la época de don Arturo Alessandri Palma; en 7 ensayos sobre Arturo Alessandri Palma; ICHEH, Santiago, 1979; pp. 311-2).

Fuente: pressenza.com