junio 19, 2025
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La geopolítica invisible: cuando la infraestructura se vuelve estratégica en Medio Oriente y el Eterno motor de la historia

Por Claudia Aranda

Los titulares a menudo simplifican las razones detrás de los conflictos en Medio Oriente, reduciéndolos a programas nucleares o rivalidades sectarias. Sin embargo, una mirada más profunda revela una intrincada red de intereses geoeconómicos y logísticos que rara vez captan la atención mediática. Los recientes incidentes en Irán, aunque complejos en sus orígenes, invitan a una reflexión sobre cómo las rutas comerciales y la infraestructura de transporte están emergiendo como campos de batalla invisibles en la disputa por la influencia global.

Recientemente, una tesis informativa propuso una conexión directa entre los ataques a Irán y la inauguración de una nueva ruta ferroviaria China-Irán. La tesis señalaba que los primeros misiles impactaron casi al mismo tiempo que la apertura de esta ruta, parte de un acuerdo de 400 mil millones de dólares vinculado a la monumental Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI)* de China. Para esta perspectiva, la ruta, que permite a China enviar productos por tierra, evitando zonas de influencia y sanciones de EE. UU., posiciona a Irán como un nodo logístico clave —conectando el corredor Norte-Sur con Rusia, el Caspio e India; ofreciendo acceso terrestre a Irak, Siria, Turquía y el Mediterráneo; e integrándose con las vastas cadenas de suministro chinas—. La conclusión era que esta ruta debilita el control marítimo de EE. UU. en Ormuz y Suez, y al superar su aislamiento, Irán amenaza la hegemonía geoeconómica, explicando así los intentos de desestabilizarlo más allá de su programa nuclear.

Si bien esta tesis resalta una conexión temporal intrigante, es crucial abordarla con una perspectiva crítica. La coincidencia temporal, por sí sola, no establece una causalidad directa e irrefutable. La geopolítica en Medio Oriente es un entramado denso de conflictos históricos, rivalidades religiosas y tensiones por recursos y poder, haciendo que cualquier explicación lineal resulte una simplificación excesiva. Ataques e incidentes con Irán son recurrentes y multifacéticos, a menudo vinculados a la complejidad de la percepción internacional sobre su programa nuclear (aunque Irán no ha roto sus compromisos y ha estado bajo constante supervisión y negociaciones externas), su red de aliados regionales o las complejas dinámicas con actores como Israel y Arabia Saudita.

En este sentido, la ruta ferroviaria, aunque estratégicamente relevante, es más probable que sea un factor de preocupación futura o un irritante adicional, en lugar de la chispa principal de una confrontación militar inmediata. La vasta escala del comercio marítimo global y la inercia de las cadenas de suministro actuales implican que una nueva ruta terrestre, por importante que sea, tardará un tiempo considerable en alterar fundamentalmente la hegemonía marítima establecida.

Sin embargo, sería un error descartar por completo el núcleo de la tesis. Sus puntos válidos revelan una verdad fundamental: la infraestructura y las rutas comerciales son, efectivamente, piezas cruciales en el engranaje de la geopolítica. La nueva ruta ferroviaria es, indudablemente, un activo estratégico a largo plazo para China, permitiéndole diversificar sus vías de comercio y reducir la dependencia de rutas marítimas potencialmente vulnerables. Para Irán, la inversión en infraestructura y su integración en la BRI* representan una apuesta por el desarrollo económico y una mayor influencia regional, rompiendo el cerco del aislamiento. Este movimiento reconfigura las expectativas sobre su papel futuro en el flujo de bienes y energía, añadiendo una capa de complejidad a su relación con las potencias establecidas.

Fuente: pressenza.com