junio 30, 2025
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La no violencia y la lucha contra la autocensura

La «no violencia» se está convirtiendo de repente en un eslogan de moda, como lo fue la «revolución» hace décadas, pero ¿qué significa realmente la no violencia?

La pregunta se vuelve urgente cuando nos enfrentamos a crisis como el genocidio de Gaza en la actualidad. ¿Qué debemos hacer? ¿Cómo responder con eficacia, no sólo emocionalmente?

A menudo se malinterpreta la no violencia. No es resistencia pasiva, ni es simplemente negarse a usar la fuerza física. No se trata de marchar por las calles para obtener una liberación catártica ni de retirarse al campo para evitar la caótica vida de la ciudad. La verdadera no violencia es una propuesta transformadora, una forma de entender y abordar las situaciones de violencia desde sus raíces.

Pensemos en lo que hizo extraordinarios a Gandhi, King y Silo: no se limitaron a protestar, sino que transformaron sus sociedades. Su trabajo tuvo un claro efecto de antes y después. Mediante la acción no violenta masiva, Gandhi hizo políticamente insostenible el control británico de la India. Estos líderes comprendieron que la no violencia debe ser proactiva, no reactiva.

Pero aunque mucha gente está de acuerdo con la no violencia en principio, a menudo nos cuesta ser activamente no violentos. ¿Qué nos impide seguir el camino que nos mostraron estos líderes?

Para enfrentarnos a la violencia en el mundo, primero debemos enfrentarnos a ella en nuestro interior. La violencia externa es una proyección de la violencia interna, del miedo, la contradicción y la frustración que se acumulan y se derraman hacia el exterior. Desde este punto de vista, quizá el mayor obstáculo para la no violencia activa hoy en día sea la autocensura. De hecho, puede que sea el enemigo más peligroso de la humanidad, porque las raíces de la violencia no están ahí fuera: viven dentro de cada uno de nosotros.

La lucha de la comunidad LGBTQ+ por la libertad ha sido fundamentalmente una batalla contra la autocensura: aprender a no permanecer en el closet. Pero la mayoría de nosotros, de alguna manera, seguimos viviendo en nuestros propios armarios: tenemos miedo de hablar, actuar o dar un paso adelante. Cuando nos sentimos discriminados, abandonados, aislados, explotados o no representados, el primer paso para dar una respuesta no violenta es salir de nuestro closet personal. Eso significa volver a conectar con nosotros mismos, decidir quiénes queremos ser, en qué tipo de sociedad queremos vivir y actuar en consonancia con esa visión.

Fuente: pressenza.com