julio 14, 2025
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La plurisensorialidad de la estética que es otra forma de celebrar la vida bonita

Se podría pensar que en tiempos de crisis civilizatoria o de opresión no hay espacio para la estética. Pero la estética no se reduce únicamente a lo artístico, no se solaza únicamente en la belleza de los paisajes, en los teatros, en los libros, en los bosques, en los jardines o la simetría física. Para el filósofo colombiano Carlos Eduardo Maldonado la estética tiene que ver con la vida misma, con la complejidad. Ello incluye la manera de ser y estar armoniosamente en el mundo con profundo respeto por la comunidad humana y con la comunidad de especies compañeras del tejido de la vida.

Por: Rodrigo Arce Rojas*

Según Maldonado la estética se refiere a la experiencia sensible, relacional y ecológica del mundo y de la vida que no se limita a los elementos o componentes sino también a las interacciones, a la relacionalidad, a las conexiones, sinergias, simbiosis, convivencialidad. En tanto la estética está asociada a la complejidad incluye la autoorganización y las propiedades emergentes. Consecuentemente también es plausible la valoración del orden, conocido y desconocido, lo aleatorio, lo impredecible (Maldonado, 2017, 2015, 2012, 2010).

Consecuentemente la estética no es un lujo o una condición postmaterial, podemos ver florecer la estética en el pensamiento crítico, el pensamiento emancipador, el pensamiento que no se deja seducir por los cantos de sirena del poder infausto, el pensamiento que es capaz de pensar, el pensamiento que tiene la capacidad de dejar fluir las emociones y los sentimientos, el pensar con todo el cuerpo y con todo el espacio-tiempo. La belleza del pensar bonito.

La estética brota desde la fecundidad semántica de las palabras y a la vez del respeto a la palabra dada. La estética se conmueve frente al prodigioso razonamiento de las emociones y los sentimientos. La estética transcurre diáfana y retozona cuando fluye la verdad y la transparencia. La estética salta de regocijo cuando contempla la belleza del diálogo generativo, la participación informada y propositiva, la buena gobernanza socioecológica y policéntrica.

La estética está en el mundo, la estética está presente cuando existe la capacidad de expresar la belleza aún en los silencios, en los vacíos, en la incertidumbre porque generan movimiento, ganas profundas de darle acordes a la vida, de vibrar con los amores posibles, imposibles y metafísicos. Felices los que disfrutan de la estética de los poemas que no se escriben pero que están escritos en el alma, de las historias bonitas compartidas que aunque elaboradas de momentos tienen el sutil encanto de la eternidad.

La estética de la Ecosemiótica que con sus versiones de Antroposemiótica, Zoosemiótica y Fitosemiótica nos revelan la poesía del relacionamiento y la correspondencia mutua en la naturaleza, a la cual pertenecemos. Así podemos disfrutar de la belleza de los amaneceres, atardeceres y al fluir cotidiano de los sucesos. Podemos disfrutar del lenguaje de las montañas, de los ríos, del viento, de los microorganismos compañeros. A veces la Ecopoética no requiere de palabras e igual brindarnos significados profundo.

Fuente: pressenza.com