La proscripción de Cristina Kirchner y la ausencia de Justicia en Argentina

Los representantes del antihumanismo, ajenos tanto a la historia como a la comprensión del comportamiento humano, actúan contra natura: persiguen, encarcelan, violan dignidades y
derechos. Brutos y brutales, creen que mediante la represión lograrán disciplinar a los pueblos.
Pero la acción humana está orientada hacia la transformación de los factores que generan dolor y sufrimiento. Ese impulso profundo no se puede detener ni disciplinar.
Hace tiempo que nuestra democracia se desvía de los valores que le dieron origen, mientras exhibe una desigualdad creciente que intentan mantener “bajo control” a fuerza de palos, balas, gases y detenciones ilegales, con la imprescindible complicidad del Poder Judicial.
Día tras día, opositores al gobierno, periodistas y referentes sociales que reclaman la restitución de derechos vulnerados, esperan una respuesta del poder constitucional que tiene la obligación de garantizar el libre ejercicio de esos derechos: la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Sin embargo, sus integrantes, amparados en una impunidad absoluta, solo invocan la “independencia del Poder Judicial” para proteger sus privilegios, como el de no tributar impuesto a
las ganancias.
Durante el gobierno de Javier Milei, han pasado a integrar el colectivo de “héroes” evasores, pero con la legitimidad que ellos mismos se otorgan a través de sus resoluciones, orientadas
a la defensa de intereses personales y sectoriales.
Hoy, este máximo tribunal está a punto de consumar uno de los atropellos más graves en democracia: convalidar una condena judicial en una causa armada, plagada de recusaciones y denuncias por irregularidades, sin siquiera revisarla. Así, habilitarían la proscripción política de Cristina Fernández de Kirchner.
Mediante sus fallos, han avalado o impedido la aplicación efectiva de la ley, constituyendo con sus decisiones verdaderos actos de gobierno. Incluso inciden en procesos electorales, eligiendo qué candidato sí o qué candidato no, en contextos de flagrante vulneración de derechos, y siempre respondiendo a los dictados de los poderes fácticos de adentro y de afuera.
Fuente: pressenza.com