Las trágicas sobras del Gobierno privado indirecto
Ventana fanoniana
Asomarse y ver que es una ciudad semejante a otra que conocíamos hasta el aburrimiento, con sus improvisados diseños arquitectónicos, sus líos del tránsito y esa pátina social de gran aldea y pequeña ciudad. Es Esmeraldas, el nombre portentoso de este espacio urbano que difiere de recuerdos de conquistas violentas o episodios fundacionales arbitrarios.
Ese nombre ha sido el identificador de un marketing simbólico, convertido en mineral de una química civilizatoria del Pacífico, muy distinta a esas antropologías coloniales, porque el territorio se apropió de esa nomenclatura y por siglos la enarboló como señal preciosa de sus resistencias. Ahora es signo de victimismos periodísticos (a falta de mejores análisis) y signo de abandono por no se sabe quién. En todo ello faltan respuestas de la comunidades esmeraldeñas urbanas y rurales. O están demoradas. Pero hoy es cualquier día de lunes a viernes, casi indistinguibles por las mismas razones del día anterior, de la semana pasada o del año anterior, por esa contradicción imposible: animación parecida a inmovilidad…https://ov.pemsv30.net/alpiedelcafe/alpiedelcafe_bulk_392/8yfnts_4c0407?fbclid=IwAR2bcs3-Qob5rN079PHdm4lpGwNtRoiPG-I0ayNONcIhKunc0LMwPf0W708
Fuente: Richard Sellan Bajaña