Libros por la paz y la cultura
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Históricamente, los libros han estado en peligro, han sido censurados, perseguidos y quemados. Las bibliotecas y las librerías también han sufrido los ataques de gobiernos, ejércitos y poblaciones intolerantes e incultas.
Durante la actual invasión israelí no solamente se está produciendo el genocidio de la población palestina, también se están atacando su cultura y su identidad. El pasado día 9 de febrero, el ejército de la estrella de David entró en dos locales de una de las más famosas librerías de Jerusalén este, “Educational bookshop”, arrestando al dueño y a su sobrino acusados de “perturbar el orden público” y secuestrando una selección de libros considerados “incitadores del terrorismo”.
Entre los títulos decomisados parece ser que estaban Desde el río hasta el mar, libro infantil para colorear con un conocido lema palestino reivindicativo; Gaza en crisis, del estadounidense Noam Chomsky y el israelí Ilan Pappé; Wall and Piece, del grafitero Banksy; o Love wins, del fotógrafo canadiense Afzal Huda. Hasta ahí llegan los ataques a la libertad y a la dignidad, hasta ahí va la paranoia sionista para acabar con Palestina. Se va asemejando a aquellos tristemente célebres actos de mayo de 1933 en el Berlín de la Alemania nazi.
Pero ni las armas, ni el odio y la sinrazón, ni la televisión, ni internet y sus redes virtuales pueden acabar con los libros. Son la tecnología más avanzada de la historia, son la herramienta definitiva para promover la paz y la cultura, los auténticos tótems que pueden cambiar el mundo.
Un libro es la Biblia, pero también lo son el Corán y don Quijote. Los libros contienen la vida y recogen la muerte. Por ellos han corrido los silencios y los gritos que nos han ido construyendo, por los que hemos descubierto e inventado, viajado y regresado; con ellos hemos aprendido a soñar y a amar, a conocer las historias pasadas y a imaginarnos las futuras.
Tenemos que apostarle a la paz y a la cultura, a los libros, porque, como afirmaba Gramsci: “Quien vive realmente no puede no ser ciudadano, no tomar partido. La indiferencia es abulia, parasitismo y cobardía, no es vida. […] La indiferencia es el peso muerto de la historia […] Lo que sucede no sucede tanto porque algunos quieran que suceda, sino porque la masa abdica de su voluntad, deja hacer, deja que se aten los nudos que luego solo la espada podrá cortar, deja que se promulguen las leyes que luego solo la revuelta hará abolir, deja llegar al poder a los hombres que luego solo un amotinamiento podrá derrocar”.
Decía Octavio Paz que “Contra el silencio y el bullicio invento la PALABRA, libertad que se inventa y me inventa cada día”. En Colombia, los huitotos nacen de las palabras que cuentan su nacimiento tal como lo expresa Rafuema, el que posee las narraciones. No podemos permitir que suceda lo que señalaba Orwell en su obra 1984 con la quema de libros «El pasado fue borrado, lo borrado olvidado y la mentira se convirtió en verdad».
Galeano escribe en Los hijos de los días que solamente ha habido un refugio a prueba de fuego y guerras para los libros en toda la historia de la humanidad: la biblioteca andante del gran visir de Persia, en el siglo X, formada por una caravana de dos kilómetros de largo con cuatrocientos camellos que cargaban ciento diecisiete mil libros.
Fuente: pressenza.com