Lula, el BRICS y Gaza

A veces la dignidad se disfraza de Presidente. Y a veces también de anfitrión. Luiz Inácio Lula da Silva no solo volvió al poder con más cicatrices que antes sino con una conciencia mucho más clara de su lugar en la historia. No volvió para acomodarse. Volvió para sacudir. Y si alguien pensaba que la Cumbre BRICS en Brasil iba a ser apenas una reunión de emergentes simpáticos, se equivocó de siglo. Lula decidió que esta vez, entre los discursos vacíos y las fotos protocolares había que hablar de Gaza. Con nombre, con sangre, con memoria. Porque cuando el mundo calla ante una masacre el silencio también es complicidad. Y Brasil, bajo Lula, no está para callar.
No fue casual. No fue improvisado. Desde que retomó la presidencia, Lula viene construyendo una diplomacia de los pueblos no de los contratos. Un liderazgo que incomoda a Estados Unidos, irrita a Israel y desconcierta a Europa. Porque mientras las potencias se lavan las manos ante el genocidio en Gaza, Lula alza la voz. No con el estilo del viejo antiimperialismo retórico sino con la fuerza del dato y la moral. Más de 38 mil palestinos asesinados. Dos tercios de ellos, niños y mujeres. Hospitales arrasados. Periodistas ejecutados. La Franja convertida en escombro y hambre. Y ante eso Lula hace lo que ningún otro presidente del G20 se atrevió a hacer: denunciar. Con nombre, apellido y causa.
La Cumbre del BRICS de julio 2025 tiene muchas dimensiones: ampliación del bloque, moneda común, nuevo banco, relaciones energéticas. Pero esta vez el telón de fondo no lo puso la economía, lo puso Gaza. Porque Lula lo quiso así. Porque sabe que no basta con hablar de integración si no se tiene el coraje de señalar al verdugo. Y en este caso el verdugo tiene nombre: Israel. Y cómplice: Estados Unidos. Y silencio patrocinado por Europa. No se trata de un conflicto entre dos partes. Se trata de una ocupación, de una limpieza étnica, de una máquina de guerra con rostro de democracia. Lula lo sabe. Y lo dijo. En la ONU lo repitió. En la Cumbre BRICS lo gritará.
No está solo. Sudáfrica ha llevado a Israel ante la Corte Internacional de Justicia por genocidio. Rusia denuncia abiertamente la doble moral occidental. Irán apoya a Palestina con armas y palabras. China exige cese al fuego sin condiciones. India, la más tibia, comienza a moverse ante el clamor de sus propios musulmanes. Y ahora Brasil desde América Latina, pone sobre la mesa el tema que todos querían evitar. Porque el BRICS no solo quiere ser una alternativa financiera. Quiere ser un contrapeso moral. Y eso solo se logra con liderazgo. Con ese tipo de liderazgo que no teme incomodar ni pagar costos diplomáticos, ni perder inversiones por decir la verdad. Lula lo está ejerciendo. Y el mundo lo está mirando.
Fuente: pressenza.com