Mary Shelley, la madre del monstruo
La vida de Mary Shelley comenzó ya bajó los brazos de la muerte. Su madre, la escritora y filósofa Mary Wollstonecraft, famosa por su defensa de la igualdad de los sexos y autora de la Vindicación de los derechos de la mujer, falleció diez días después por una infección contraída al dar a luz el 30 de agosto de 1797.
Desde ese instante, la pequeña Mary cargó sobre sus hombros con el legado de una madre que había desafiado todas las convenciones sociales y de un padre, William Godwin, considerado como uno de los más importantes precursores del pensamiento anarquista.
El cementerio de Saint Pancras de Londres fue el escenario principal de los primeros años de vida de Mary Shelley. Ahí estaba enterrada su madre y ahí es donde se refugiaba para huir de la conflictiva relación que mantenía con su madrastra. Ahí aprendió la pequeña Mary a leer su propio nombre escrito en una lápida. Ahí es donde iba a leer los libros de su famosa progenitora gracias a los cuales fue dando forma a sus propias ideas.
En una carta a una amiga, Mary Shelley confesaba la influencia de su madre en su propia vida: «El recuerdo de mi madre ha sido siempre el orgullo y el deleite de mi vida y la admiración de los demás por ella ha sido la causa de la mayor parte de la felicidad que he disfrutado. Su grandeza de alma [me ha] recordado constantemente que debo desviarme lo menos posible de aquellos de quienes provengo».
Fuente: ethic.es