Neoliberales y también ‘anarquistas’
El sistema capitalista, que se inició a mediados del siglo XVIII con la primera revolución industrial y se generalizó durante el siglo XIX en los países europeos y en los EE.UU., estableció condiciones opresivas de trabajo y vida para los trabajadores asalariados, al mismo tiempo que concentró la riqueza y el poder en las burguesías propietarias de los medios de producción. En tales circunstancias aparecieron diversas corrientes de pensamiento vinculadas a los intereses de las clases trabajadoras, que pretendían solucionar su situación y edificar una nueva sociedad. El anarquismo, los socialismos utópicos y el socialismo científico fueron las concepciones de mayor influencia y acción entre los obreros.
El anarquismo fue necesariamente anticapitalista. William Godwin (1756-1836) planteó tempranamente eliminar el Estado por sujetarse a los intereses de la clase dominante. Para Charles Fourier (1772-1837), el Estado defiende los intereses de los capitalistas y buscó en los “falansterios” una vida comunitaria, libre y con equidad. Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), denunció que la propiedad privada era un robo a la sociedad. El pensamiento compartido con Mijail Bakunin (1814-1876), Piotr Kropotkin (1842-1921), Errico Malatesta (1853-1932) y tantos otros fundadores del anarquismo, se dirigió, en esencia, a defender la libertad contra todo tipo de poder, soñaron con una sociedad de iguales, condenaron la explotación a los trabajadores. Por eso el anarquismo se extendió en diversos países, adquiriendo particular fuerza en Alemania, Italia, Francia, Rusia y de modo especial en España, donde fue uno de los soportes de la república, hasta que el fin de la guerra civil (1939) y la instauración del franquismo, acabó con su influencia. En los EE.UU. fueron anarquistas los promotores de las movilizaciones de Chicago (1886), que reivindicaron la jornada de 8 horas. Sus líderes fueron juzgados y varios recibieron la pena de muerte. En recuerdo a esa lucha se celebra internacionalmente el 1 de mayo como Día del Trabajo.
En América Latina el anarquismo de origen europeo fue cultivado desde inicios del siglo XX. Sus seguidores se unieron a las luchas de los trabajadores. Logró fuerza en Argentina (se creó la Federación Obrera Regional Argentina), Brasil, Chile, Cuba, México (destacaron los hermanos Flores Magón), Uruguay e incluso Ecuador, donde la Federación Regional de Trabajadores (FTRE) dirigió la huelga que terminó en la masacre obrera del 15 de noviembre de 1922 en Guayaquil. Cabe destacar el estudio El anarquismo en el Ecuador (1986), de Alexei Páez, que todavía es la única obra que ha tratado el tema. Sin embargo, el anarquismo latinoamericano perdió fuerza con el desarrollo de los partidos marxistas.
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Fuente: Richard Sellán Bajaña