enero 15, 2025
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Noboa perdido en los laberintos del autoritarismo

El proyecto autoritario dirigido por Daniel Noboa -hijo pródigo de la podredumbre parasitaria de la clase empresarial, que vive a costa del pueblo trabajador-, se profundiza a niveles nunca antes vistos en el Ecuador. La desaparición forzada y ejecución extrajudicial de Josué, Ismaél, Nehemías y Steven el pasado 8 de diciembre de 2024, demuestra el carácter antipopular del régimen impuesto por el Narcoestado y la clase enquistada en el poder político que lucra del mismo. La desaparición forzada en el Ecuador, más que ser un hecho aparentemente aislado, se volvió política de Estado, encaminando un sendero de exterminio popular -reciclado del manual contrainsurgente del Plan Cóndor-. Tal parece que el Ecuador se ha convertido en el país del no futuro, eliminando incluso la existencia misma de las infancias, a toda honra del dictado del capital sobre la vida.

Con una aceptación paupérrima y diezmada por una administración desastrosa: más de USD 12.000 millones en pérdidas por la crisis energética autoinducida, ceder Galápagos como base militar yanqui por 99 años, impago de impuestos y “alivios financieros” al empresariado por USD 4.000 millones, militarización de la vida, etcétera. Noboa debería figurar entre los personajes que serán enterrados por la historia de las clases populares. El caso de los 4 de las Malvinas ha logrado tensionar la supuesta gran intención de voto con que contaría Noboa para una reelección. Una importante cantidad de masa trabajadora, ha cuestionado firmemente la intención y efectividad del famoso Plan Fenix. La población ha sido empujada a un estado permanente de violencia desde la declaratoria del Conflicto Armado Interno, y los abusos ejecutados por las FF.AA. han generado un grado de consciencia colectiva respecto al vínculo entre Noboa, el crimen organizado, la corrupción dentro de los aparatos represivos del Estado, e inclusive el papel del imperialismo yanqui.  

Un supuesto demócrata, que se jacta de haber constituido su turbia riqueza en condiciones de semiesclavitud en haciendas azucareras y bananeras durante generaciones de explotación, impone la imagen del hiperpresidencialismo y el autoritarismo de Estado como supuesto “salvador de la patria”, convirtiéndose en el verdugo del pueblo. Este discurso prefabricado del punitivismo y la militarización interna, se constituye en un momento de crisis de la hegemonía de la burguesía, generando la necesidad de imponer el orden por medio de la extrema violencia, estatal o paraestatal. Simultáneamente esto genera la profundización de las contradicciones, agudizando la lucha de clases. Concretamente en el Ecuador, esto se refleja en la explosión abrumadora de la exportación de narcóticos y los descomunales réditos que genera al empresariado, como en la espirituosa expansión de la frontera minera, propiciada por capitales transnacionales tanto como por el Grupo Nobis, en medio de una generalización de la violencia entre la sociedad civil.

Fuente: revistacrisis.com