Palestina contra un mundo de apartheid ecológico
Gaza experimenta actualmente la mayor matanza de hombres, mujeres y niños en décadas y un ritmo de destrucción que ha acumulado más de 40 millones de toneladas de escombros, que tardarán una década en limpiarse. Las casi 100 000 toneladas de bombas que se lanzaron sobre la Franja de Gaza desde octubre de 2023 superan los bombardeos conjuntos sobre Londres, Dresde y Hamburgo en la Segunda Guerra Mundial. Gaza es el escenario de una de las mayores hambrunas masivas de este siglo. Desde hace más de un año, no pasa un día en que el ejército de Israel, con el respaldo de Estados Unidos, deje de desmembrar a un niño o niña. Gaza ha visto volar en pedazos sus hospitales, universidades, mercados y servicios esenciales, y sus vías fluviales, aire y suelos han sido contaminados hasta niveles sumamente tóxicos por los residuos químicos de los bombardeos de saturación. La fuerza destructiva de los bombardeos en la Franja de Gaza supera varias veces a la de la bomba nuclear que Estados Unidos lanzó sobre Hiroshima. Y, sin embargo, las decenas de miles de niñas y niños palestinos que mueren mutilados, incinerados o infectados a raíz de las amputaciones no cuentan absolutamente para nada ante los ojos de Occidente, en fuerte contraste con la reacción cuando se toma de rehén a un israelí o un estadounidense ultrarrico queda atrapado en un submarino durante un viaje de placer para ver el naufragio del Titanic. Resulta estremecedoramente claro que las vidas palestinas no importan a quienes defienden los intereses occidentales.
El total menosprecio de poblaciones enteras como subhumanas, o no equivalentes a los cuerpos europeos o euroestadounidenses, es un crudo recordatorio de que los horrores de la trata transatlántica de esclavos y el genocidio colonial de las poblaciones indígenas por parte de los imperios occidentales siguen estando vigentes. También es un reflejo aterrador de las prioridades de los gobernantes del mundo, mientras vemos cómo se erosionan los sistemas de soporte vital del planeta debido al colapso ecológico. El deseo de la clase dirigente de preservar la sociedad democrática liberal sin riesgo de catástrofe ecológica solo se aplica a un futuro reservado para ellos mismos: una minoría cada vez más reducida de multimillonarios. Mientras tanto, lo que estamos presenciando en Gaza es un indicio de lo que ocurrirá en esta época de creciente deterioro ecológico provocado por un orden capitalista mundial que ya no es apto para su propósito, si es que alguna vez lo fue. Como declaró el presidente colombiano Gustavo Petro en la COP28, la reunión de la conferencia sobre el clima celebrada en Dubái en 2023: “Gaza es el espejo de nuestro inmediato futuro”.
Fuente: tni.org