Perú y sus materias primas – Parte 4 – Del virreinato a la independencia inconclusa

El siglo XVIII fue el siglo del equilibrio imposible. España desgastada por sus propias guerras en Europa, mantuvo al Virreinato del Perú como su mina personal. Ya no era el siglo de la conquista violenta sino de la extracción sistemática. Las rutas, los impuestos, los gremios y las leyes estaban diseñados para un solo objetivo: que nada quedara en Perú salvo el eco de las campanas de las iglesias y el polvo de las minas.
La minería siguió siendo el eje. Potosí todavía entregaba plata aunque ya no con la abundancia del siglo anterior. Los filones se agotaban y las vetas eran cada vez más profundas, más peligrosas, más mortales. Miles de indígenas y mestizos trabajaban en condiciones que no diferían en nada de las del siglo XVI. La mita colonial seguía operando: trabajo obligatorio, turnos inhumanos y castigos físicos para quien intentara escapar.
Huancavelica continuó suministrando mercurio para refinar la plata. Ese veneno líquido que mataba lentamente a los trabajadores por envenenamiento pulmonar y neurológico, seguía fluyendo hacia las minas. Cada tonelada extraída implicaba docenas de muertes silenciosas. No eran asesinatos con espada, eran ejecuciones a cámara lenta.
Las cifras del saqueo (1700–1800)
No existen registros completos —el contrabando era parte del sistema—, pero las estimaciones permiten dimensionar el robo:
• Plata: más de 8.000 toneladas salieron oficialmente rumbo a España, valoradas hoy en más de US$ 250.000 millones. El contrabando podría haber duplicado esa cifra.
• Oro: unas 120 toneladas, equivalentes a unos US$ 9.000 millones actuales, fueron enviadas a la península o vendidas a comerciantes británicos y portugueses.
• Mercurio: alrededor de 15.000 toneladas, valor actual de US$ 2.000 millones, extraídas casi en su totalidad de Huancavelica.
• Producción agrícola: más del 25% de los cultivos de la sierra y la costa eran enviados a las ciudades mineras o al puerto de El Callao para exportación.
• Trabajo forzado: al menos 600.000 personas pasaron por la mita en este siglo, con una pérdida social estimada en US$ 50.000 millones actuales.
Cifras de exterminio humano – 1700 a 1800
• Población indígena estimada al inicio del siglo: 1,8 a 2 millones.
• Etnias más afectadas: quechua, aymara, chanka, huanca, chachapoya, tallán, mochica.
• Muertes por explotación y enfermedades: entre 500.000 y 700.000 personas.
• Supervivencia al final del siglo: alrededor de 1,2 millones de indígenas, muchos ya mestizados forzadamente y sometidos a un sistema de castas rígido.
Fuente: pressenza.com