Relatos educativos de paz y no violencia
En el oeste de Kenia, en la tranquila aldea de la comunidad de Lela, cerca del Lago Victoria, Dorothy Adenga, humanista, hija de una familia campesina, donó un terreno, una tierra ancestral que le había sido cedida a su marido, por su difunto padre, para fundar una escuela: «miré a mi alrededor y vi a niños abandonados, a veces incluso encerrados en sus casas mientras sus padres iban al campo. Había que hacer algo». El terreno tenía profundas raíces familiares y ahora albergaría un legado para las generaciones venideras. Era 2013, con su experiencia como asistente social y su reciente formación en Educación Infantil, abrió las puertas de la escuela ‘Wayward School’, basada en el amor, la resiliencia y la familia. La escuela pronto se convirtió en un pilar de esperanza en Lela, no solo para los niños, sino para toda la comunidad agrícola. De tres niños, Wayward creció hasta atender a más de 100 alumnos a lo largo de los años. La escuela se amplió para incluir los niveles superiores de primaria, adaptándose a las necesidades de la comunidad.
Así como esta experiencia inspiradora, se han escrito treinta y más, durante el mes pasado, mes de la No Violencia, en respuesta a la IV Convocatoria internacional de relatos educativos por la Paz y la noviolencia ‘Hay futuro todavía’, convocada por redes y organizaciones humanistas involucradas en el mundo de la educación en América Latina. Estas, animan desde hace varias décadas espacios formativos para la superación de la discriminación, la violencia y la exclusión en una época de crisis global.
«(Los Jóvenes) no son solo los herederos de nuestra paz o de nuestros conflictos, sino que son socios esenciales para configurar una sociedad más justa y estable, ya que su energía, su innovación y su impaciencia con los viejos agravios son los activos que necesitamos para romper los ciclos de violencia», nos comenta en su relato Anthony Mzee Oballah, desde el condado de Kisumu en Kenia, fundador del Manyatta Youth Resource Centre.
“Escribir también es una forma de amar, y cada palabra sembrada desde el corazón puede ayudar a una vida, expresa José Luis Arista, docente de la provincia de Luya en la región Amazonas del Perú: “aquí no solo leemos y escribimos, sino que construimos sueños”. “Narrar para resistir, propone Noelia Alegre desde Buenos Aires, en su relato “la literatura como acto de humanización en contexto de encierro”. “Hay experiencias que son tan válidas que dejan una huella imborrable en el alma”, concluye María Marín, desde Madrid, recordando el recurso de los juegos, la fantasía, la comunicación, y pequeñas meditaciones con niños y niñas.
Los relatos son testimonios de vida y narraciones de experiencias educativas. En esta IV convocatoria, provienen de comunidades educativas muy diversas: Madrid, Cusco, Cajamarca, Buenos Aires, Machala, Loja, Cuenca, Puyo, Ciudad de México, Embakasi, Santiago y otros rincones del planeta. Estas historias son testigos del despertar de la sensibilidad humana y la construcción de la paz y no violencia. Los relatos nos ayudan, a la vez, a crear identidad y orientación en una época que invita a encontrar el Sentido.
Seguiremos compartiendo historias tan alentadoras como la de Dorothy, Anthony, José Luis, Noelia y María.
Fuente: pressenza.com
