Una noche de vigilia en el Mediterráneo: la Flotilla Sumud bajo asedio invisible

1 de octubre de 2025, 09:36 horas en el Mediterráneo oriental (03:36 en Santiago de Chile). La Flotilla Global Sumud se encuentra a unas 120 millas náuticas —alrededor de 220 kilómetros— de la costa de Gaza. Aún en aguas internacionales, pero dentro de la “zona roja”, el corredor marítimo donde flotillas anteriores fueron interceptadas violentamente, los barcos humanitarios avanzan solos, sin escolta internacional, en dirección al territorio palestino cercado.
La noche que acaba de pasar fue una prueba de resistencia y de coraje. A bordo, los activistas, médicos, periodistas y defensores de derechos humanos permanecieron en alerta máxima. No hubo descanso: muchos pasaron horas sentados en cubierta, con los chalecos salvavidas puestos, atentos a cada señal. Desde la oscuridad del mar emergieron barcos israelíes navegando sin luces, que aparecían de repente y desaparecían tras rodear a las embarcaciones civiles. Al mismo tiempo, decenas de drones sobrevolaron durante toda la noche, multiplicando el ruido constante y la presión psicológica.
Fue una vigilia forzada, en tensión permanente. Los tripulantes enfrentaron el miedo con disciplina, aplicando protocolos de seguridad mientras documentaban cada movimiento sospechoso. La fatiga física y emocional es evidente: están agotados, pero mantienen el rumbo, decididos a llevar ayuda humanitaria a Gaza y a romper el bloqueo ilegal que asfixia a más de dos millones de personas.
El amanecer no trajo alivio. La flotilla navega ahora bajo la mirada invisible de una potencia militar que ya anunció su intención de interceptarlos. La soledad en que viajan —abandonados por los buques europeos que decidieron detenerse a distancia prudente— resalta aún más la desproporción de fuerzas: unos pocos veleros y embarcaciones civiles enfrentando al ejército de uno de los Estados más poderosos de la región.
La crónica de esta travesía ya es, en sí misma, una acusación: muestra a la vista del mundo cómo un grupo de barcos desarmados, tripulados por ciudadanos y representantes de 45 países, es perseguido y hostigado en aguas internacionales solo por llevar ayuda humanitaria. La vigilia de esta noche quedará inscrita como símbolo de la dignidad humana frente a la barbarie, y como recordatorio de que el silencio es complicidad. Allí, en esa travesía solitaria, se juega también nuestra dignidad colectiva.
Fuente: pressenza.com