junio 14, 2025
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Una sola cosa

Hace unos días estuve en la inauguración de la muestra fotográfica Arqueologías Vivas del Exilio A.V.E. en el Consulado de Colombia de Buenos Aires, organizada por la agrupación de Colombianos Victimas de la Violencia Armada en Argentina COVIAA y de autoría del fotógrafo argentino Jerónimo Rivero. Se trata de fotografías de distintos objetos que lo que tienen en común y los hacen tan particulares al mismo tiempo, es que cada uno de esos objetos fue la única cosa que colombianas y colombianos en el exilio pudieron o eligieron llevarse consigo al salir de sus hogares escapando del conflicto. Por sobre el universo de objetos que pueblan nuestras vidas, vidas en peligro, elegir —sin tiempo para meditar— una sola cosa e irse, exiliarse y saber que no hay retorno. ¿Es posible pensar en todo lo que eso implica?

Pienso en los objetos y en que somos una especie fascinante, jugamos a ser dios cada vez que a cada objeto lo revestimos de sentido y está bien que así sea, somos apegados y vale la pena pensar en esto y en exposiciones fotográficas como estas que más que objetos lo que hacen es mostrar el material del que estamos hechos los seres humanos, de apego. Eso somos, así vinimos a este mundo, pegados y envasados en otro cuerpo, sin embargo, desde hace años asistimos a una insistente retahíla que no para de dictaminar un soltar ¿soltar qué? ¿Quién puede hacerlo? Me pregunto qué tendrían para decirle esos discursos new age a las personas que escapan de la guerra teniendo que dejar absolutamente todo.

Pienso en la infinidad de mujeres palestinas que han salido de sus hogares desde el inicio de la Nakba llevándose consigo las llaves de sus casas esperando poder volver, pienso en esas llaves colgadas de sus cuellos a la altura de sus corazones, pienso también en los últimos objetos atesorados y que les arrebataron a tantas personas en Europa antes de entrar a los campos de concentración durante la Shoa. Pienso en mi abuela y lo que habrá elegido llevarse cuando tuvo que irse de su casa antes de que todo desapareciera, pero pienso sobre todo en lo que nunca más pudo volver a ver ni a tocar y quedó guardado únicamente en su frágil memoria. Pienso en un objeto venido de Italia hace más de cien años y que guardo hace más de una década esperando poder entregárselo a las mujeres a las que les corresponde el honor de conservarlo.

¿Qué se elige cuando se elige una sola cosa? Creo que se elige lo más posible, es decir, puede que sea la elección más abarcadora de todas, una sola cosa que sea todas y que sea un todo, que sea un dios y su palabra. Una sola cosa en la que quepa un país, una biografía, una familia, una geografía y de paso, un montón de recuerdos, incluidos los que duelen. Objetos que se convierten en talismanes, objetos que dejan de ser cosas y pasan a ser entidades.

Entonces pienso en la potencia del objeto cuando la ida o la huida se presentan, en ese echar mano, en esa decisión que no puede ser cambiada y todo con la inmediatez que implica salvar la vida. Aparece entonces la transformación del objeto que todos podemos, la conversión del agua en vino y de hacer de una hostia el cuerpo de un Cristo, asombra y emociona pensar en el material simbólico único que nos da forma y contexto, a esta enorme roca que se mueve sin parar y se sostiene como flotando en el espacio la hemos plagado de sentidos, símbolos y significados y hasta matamos a nuestros pares por eso.

Fuente: pressenza.com