octubre 15, 2025
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Wolbachia: la bacteria que Perú usará en mosquitos para combatir el dengue genera debate

Por: Melissa Rubio

Un piloto que genera dudas

Más de 400 mil habitantes de Comas, distrito populoso de Lima, serán escenario de un proyecto piloto en 2026: liberar mosquitos Aedes aegypti infectados con la bacteria Wolbachia para frenar el dengue. La estrategia se promociona como segura e innovadora. Sin embargo, no existe garantía absoluta de que no genere efectos colaterales invisibles hoy, pero irreversible mañana.

No basta con decir “no son transgénicos”

Es cierto, estos mosquitos no son transgénicos. La Wolbachia es una bacteria natural, presente en el 50% de los insectos del planeta y sin efectos conocidos en la salud humana. Evaluaciones en países como Australia, Colombia e Indonesia concluyeron que el riesgo era “insignificante” o “aceptable”.

Pero que no sean transgénicos no significa estar exentos de impactos. Introducir insectos intervenidos en un ecosistema urbano requiere mucho más que una promesa de seguridad: exige estudios serios, independientes y vigilancia a largo plazo.

Casos internacionales que aportan aprendizajes

 Los impactos que deben evaluarse antes de liberar mosquitos

Antes de lanzar millones de mosquitos Wolbachia al ambiente, deberían responderse estas preguntas de forma transparente:

  1. ¿Qué pasa con otros mosquitos?
    Al introducir poblaciones infectadas, se podrían alterar dinámicas naturales, desplazar especies competidoras o incentivar resistencia genética.
  2. ¿Qué ocurre con otros insectos?
    No hay información concluyente sobre si Wolbachia podrá transmitirse de forma cruzada o afectar polinizadores (abejas, mariposas), insectos beneficiosos o la biodiversidad local.
  3. ¿Qué efecto tiene en la salud humana y animal?
    Aunque no hay evidencia de daño hasta ahora, los efectos acumulativos de millones de picaduras, reacciones alérgicas, o interacciones imprevistas con otras enfermedades deben estudiarse.
  4. ¿Qué consecuencias habrá en el largo plazo?
    Es posible que haya efectos irreversibles. Sin estudios ecológicos y genéticos prolongados, la liberación podría generar desequilibrios que luego no puedan corregirse.

Los desafíos logísticos y la voz de la OPS

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que estas tecnologías no son simples: requieren infraestructura para criar y liberar millones de mosquitos, un sistema de monitoreo entomológico permanente y altos costos iniciales (paho.org).

Además, señala que la estrategia debe integrarse al Manejo Integrado de Vectores ya existente, no sustituirlo, para evitar dependencia exclusiva en un solo método.

Un punto crítico es el mantenimiento: si los programas se interrumpen, como se vio en Medellín, la prevalencia de Wolbachia puede caer y con ello la protección frente al dengue.

Comunicación y percepción ciudadana

La (OPS) también enfatiza la necesidad de sensibilización comunitaria. Sin comunicación clara, puede surgir rechazo público alimentado por rumores o confusión con organismos genéticamente modificados (paho.org).

En Perú, el MINSA ha desplegado notas de prensa, módulos informativos y 45 agentes comunitarios que recorren casa por casa en Comas para explicar el proyecto (gob.pe). En la primera reunión participaron vecinos con módulos de información, y medios como Agencia Andina e Infobae difundieron la estrategia. Incluso la Embajada de EE.UU. y el World Mosquito Program acompañaron el lanzamiento, reforzando la idea de transparencia.

Aun así, los testimonios de algunos vecinos denuncian que firmar asistencia a charlas se presentó como consentimiento, lo que erosiona la confianza. Aquí está la gran contradicción: mientras los organismos resaltan la importancia de la participación comunitaria, en el terreno la comunicación oficial puede percibirse como ambigua o vertical.

Innovar sí, pero con ética

Frente a un problema tan grave como el dengue, la innovación es necesaria. Pero no puede basarse en promesas sin respaldo sólido ni en consentimientos mal explicados.

Si Comas va a ser el territorio donde se desplieguen los primeros mosquitos Wolbachia del plan 2026, que al menos se respete:

  • La realización de evaluaciones ambientales independientes y públicas.
  • Estudios médicos sobre la salud humana y animal, con seguimiento prolongado.
  • Transparencia total en costos, contratos y dependencias con empresas externas.
  • Participación comunitaria real, con consentimientos informados y no meros registros de asistencia.

De lo contrario, el riesgo es que lo que se presente como solución termine dejando una lección amarga: Comas convertido en laboratorio donde la ciencia se prueba en los más vulnerables.

Fuente: pressenza.com